DÍA DE LA BANDERA NACIONAL: ELLA

(Por Adrián Freijo) – En medio de las divisiones y los rencores la bandera de la Patria sigue elevándose por sobre tanto vicio como el único y último símbolo de la unión nacional.

La enseña creada por Manuel Belgrano nos recuerda en su flamear que más allá de la dirección del viento siempre estará por sobre todos para lograr alguna vez que entendamos que somos una sóla Nación y conformamos una República que debería ser libra, independiente y respetuosa de su historia, sus leyes y sus instituciones. Y aunque la tarea sea ardua…ELLA va a conseguir que tarde o temprano corone en éxito.

Nos quedan pocos símbolos de unión a los argentinos…

Peleamos por todo, nos miramos con desconfianza, nos prendemos del discurso del odio, la crispación, el enemigo.

Nos enfurecemos ante quien no piensa como nosotros y hasta nos hemos atrevido a llevar, una vez más, esa división al seno de nuestra propia mesa.

¡¡Si hasta la Constitución Nacional se ha vuelto en estos días tema de discordia!!

Tantas veces hemos expresado nuestro disgusto por las pequeñas antinomias que hasta ayer nomás ocupaban todo el tiempo de nuestros debates. Gardel-Sosa, Boca-River, Gatica-Prada, Maradona-Messi, Gálvez-Fangio, Piazzolla-Troilo….y tantas otras.

Entrañables discusiones, dulces ejercicios de nuestro poder de comunicación que hoy han quedado en el olvido para enrostrarnos pasado, muertes, ideas, gobiernos…futuro.

Sin embargo –y en medio de tanta sinrazón- ella sigue flameando, que es una manera de no quedarse quieta en el lugar de uno y al mismo tiempo cubrir a todos- ELLA sigue intacta y puede llamarnos al silencio común, a la emoción conjunta, al sentimiento de que TODOS LE PERTENECEMOS Y A TODOS NOS PERTENECE.

ELLA…la bandera de la Patria. La que identificamos con el hombre más puro, honesto y entregado de nuestra historia.

El que abandonó las comodidades y el prestigio para enarbolarla junto al Paraná y desde allí partir hacia el norte a sostener con su propia sangre la integridad de un territorio que volvía a ser invadido y suplicaba mantenerse libre el tiempo necesario para que el otro gigante cruzara el Ande, diera libertad a media América y encerrara al opresor en una operación de pinzas que lo asfixiara para siempre y nos diera además el tiempo suficiente para reunirnos en Tucumán –pese a las divisiones, intereses y morosidades de una clase política que ya entonces se vislumbraba impresentable- y declarar la independencia definitiva de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

Y a Belgrano le tocó la más difícil.

Con pocos hombres y pertrechos debió enfrentar al más poderoso de los ejércitos españoles diseminados en América.

Pero estaba ELLA, arropada en el pecho del patriota y visible a los corazones de sus hombres.

ELLA que caminó victoriosa en Salta y Tucumán; ELLA que curó las heridas de Vilcapugio y Ayohuma; ELLA que desde su asta vió la polvareda de una caravana que traía a San Martín a hacerse cargo de una situación que languidecía peligrosamente amenazando apagar la llama de la libertad.

ELLA que desde entonces acompañó en la guerra y en la paz a una nación que comenzaba a caminar tiempos erráticos, duros, promiscuos y sólo a veces luminosos.

ELLA que no se manchó en el barro de la corrupción, ELLA que no se entregó mansa a la mano de ningún tirano, ELLA que se convirtió en la primera explicación de Patria para cada niño que al observarla preguntaba a sus padres acerca de lo que representaba.

ELLA QUE SUPO SER LA PAZ EN MEDIO DE UNA SOCIEDAD QUE NO PUEDE ENCONTRARLA EN EL CORAZÓN DE UNOS Y OTROS.

La Bandera Nacional nos indica cual es el camino y nos recuerda quien somos y de dónde venimos.

La Bandera de la Patria es el punto de encuentro del pasado, la plataforma del presente y la garantía de que el futuro, aunque nos pese, nos pertenecerá a todos.

Honor entonces a la “enseña que Belgrano nos legó”; gloria al último de los estandartes de la unión de los argentinos; respeto e esta madre común que ondea sobre nuestras cabezas marcándonos que aunque los vientos cambien la idea sigue siendo siempre la misma.

Por nuestra, por pura y por única.

Nota publicada el 20 de junio de 2013