Nombramiento de amigos, negocios privados con fondos públicos, desprecio por los deportes sociales y el reino de la frivolidad. El EMDER ha perdido el rumbo y alguien debe enderezarlo.
En los albores de la administración Arroyo el entonces todopoderoso Emiliano Giri llenó el EMDER de sus amigos del rugby. Desde entonces el presupuesto se malgasta en altos sueldos para esos funcionarios, mientras se desatiende el mantenimiento de los escenarios y, lo que es más grave, el deporte social que debería ser el principal objetivo de una repartición que se sostiene con el esfuerzo de los ciudadanos.
Guillermo Volponi, el «amigo» puesto al frente del EMDER, no tiene idea de lo que es administrar un ente público. Sencillamente porque al momento de hacerse cargo de semejante responsabilidad no acreditaba antecedente alguno que no fuera su relación con quien por entonces pretendía moldear un poder municipal a su imagen y semejanza.
Y esa inexperiencia quedó en evidencia en cada intento de manejar las diferentes áreas como si se tratara de una empresa privada -traslado arbitrario de empleados, superposición de tareas funcionales, designaciones de más amigos en cargos funcionales, malgasto del presupuesto etc.- y otras decisiones irregulares como el desalojo del Museo de las Comunicaciones en Parque Camet en medio de un escándalo que bien pudo ser evitado.
Y cuando se creía que la privatización del maratón de Mar del Plata, casualmente entregada a la empresa de otro rugbier, era el último traspié del año, un gesto que puede ser considerado como menor pero que sirve para poner en evidencia el espíritu de la gestión viene a despertar una vez más la indignación ciudadana: en los campeonatos de dos categorías infantiles del Torneo de Fútbol Barrial que organiza el Ente Municipal de Deportes y Recreación (Emder), por supuesta falta de fondos no se gestionó la compra de medallas y copas prometidas para los ganadores: chicos de entre 8 a 10 años.
Ni la «Copa de Oro» ni la «Copa de Plata», ni una medalla, ni un diploma recordatorio. Nada…los chicos se esforzaron, se ilusionaron, compitieron y se volvieron a su casa con las manos vacías.
Como las han tenido desde el momento en que el ente dejó de entregar el material deportivo que desde hace años le otorgaba a instituciones barriales de fútbol -conos, pelotas, pecheras y demás elementos vitales para practicar el deporte- que también fue recortado en el último tiempo.
Muchos amigos beneficiados, mucho glamour entre deportistas de élite y empresarios privados, mucho jugar a pertenecer al brillante mundo de los negocios deportivos y nada de atención a los sectores más frágiles de la sociedad, esos que desde el deporte pueden emerger de sus dificultades cotidianas, alejarse de la calle y sus peligros e integrarse a una sociedad de la que son parte efectiva aunque algunos imbéciles y frívolos no logren entenderlo.
La palabra la tiene el intendente…y debemos confesar que ello nos preocupa doblemente.