Tres días sin clase; y justo los tres primeros, para que no quede duda del desprecio gremial por la educación pública. En el primer día de negociaciones se resolvió un paro que no parece lógico.
Los cinco gremios docentes con representación en todo el país (SADOP, CEA, AMET, UDA Y CTERA) decidieron una huelga general de 48 horas para el 6 y 7 de marzo, a la que se agregan 24 horas más por la adhesión decretada al «Día de Huelga de Mujeres» en rechazo de «los topes salariales» y a «la negativa oficial a discutir paritarias nacionales», de modo que el ciclo lectivo no comenzará en las fechas previstas por el Ministerio de Educación.
En tanto que, en el resto de las provincias, los representantes de los trabajadores de la educación endurecían sus posturas en las negociaciones y en la provincia de Buenos Aires, el sindicato de SUTEBA resolvió adherir a la medida de fuerza declarada en el orden nacional, olvidando seguramente que su empleador es la provincia y que el derecho a huelga no refiere a paros de este tipo por problemas en otras jurisdicciones. ¿Cuánto puede faltar para que los maestros bonaerenses abandonen sus puestos de trabajo en solidaridad con los guardavías de Quebrada de Humahuaca o los maquilladores de la Patagonia?.
Fuentes oficiales justificaron la actitud que mantiene el Gobierno en las negociaciones salariales, al afirmar que “la paritaria nacional 2017 fue sellada a través de la automatización del salario inicial docente en un 20% por encima de lo que se acuerde en el Consejo del Salario Mínimo, Vital y Móvil”.
En ese sentido, las fuentes consultadas insistieron que ese punto quedó establecido en la negociación paritaria del año pasado y se encuentra vigente.
Pero más allá de todas estas explicaciones, lo cierto es que no puede ocultarse la intencionalidad política del kirchnerista Baradel y una vez más el daño a los alumnos que inician otro ciclo en medio de un paro.