En este escándalo ni «El Yerno» va a poder mirar para el costado

Dicen los que saben que el ya tristemente célebre ladero del intendente celebraba «como propio» el aumento del boleto urbano que votó el Concejo. Los nuevos datos deberían borrarle la sonrisa.

Si s comprueba que ha habido un fraude organizado por las empresas prestatarias del servicio urbano de pasajeros al momento de declarar la cantidad de choferes que emplean, estaríamos ante dos hechos delictivos con nivel de escándalo.

El primero de ellos tiene que ver con los subsidios que cada una de ellas recibe del estado nacional por cada chofer que utilizan. Según una nota publicada por el diario La Capital las empresas de transporte de Mar del Plata recibieron en 2015 una suma cercana a los 350 millones de pesos.
La defensa de las mismas con respecto a este punto radica en sostener que el subsidio es para no disminuir empleo, pero que nada cambia por aumentarlo. Sin embargo llama la atención la pasividad del fiscal que interviene en la causa ya que resolver la culpabilidad o inocencia de los empresarios no supone complicación alguna: los subsidios son personalizados y mes a mes los beneficiarios deben elevar a la autoridad de competencia el listado del personal empleado.

Si es verdad que ya están identificados los nombres de aquellos «choferes» que se incluyeron en las listas para engordar la planta -según el mismo fiscal muchos de ellos ya han declarado en la causa- con solo cruzar los padrones podría saberse si por alguno de ellos los empresarios recibieron la ayuda estatal.

El otro delito es un tanto más complejo pero tan evidente como el descripto.

Cuando se fija el precio del boleto uno de los items que se tiene en cuenta al momento de hacer la ecuación de costos es justamente el de salarios. Por consiguiente si el mismo está «inflado» por la presencia de trabajadores inexistentes el resultado final será tramposo y por tanto s estaría llevando a cabo una millonaria estafa al municipio y a los usuarios.

La lógica indica que el reciente aumento debería ser dejado en suspenso hasta resolver si existió esta irregularidad, y sería bueno que los concejales que no estén en condiciones de compartir la sonrisa del «yerno» se apresurasen en plantear la cuestión en el recinto.

Pretender a esta altura que lo haga «el suegro» es casi una ingenuidad. El hombre del plan secreto «no sabe, no contesta» cada vez que en sus cercanía sobrevuela el fantasma de la corrupción.

Pero los argentinos ya estamos cansados de estas complicidades entre concesionarios y funcionarios y sería muy tonto de nuestra parte creer que ello solo pasaba con Lázaro Báez y su pandilla.

A veces estas cosas suceden muy cerca nuestro; tan cerca que se puede llegar…en colectivo.

 

Fuente: Redacción LIBRE EXPRESIÓN