Por José Luis Ponsico (*) – Este mes, dejaron de existir dos «wines» de antes: el correntino Ramón Ponce y el inolvidable, Luis «el Loco» Ciaccia iniciado en Unión y un paso por River.
Entre el 7 y 11 de este mes, dejaron de existir dos «wines» de antes: el correntino Ramón Ponce, popular «Mané» -por parecido al inmortal «7» brasileño «Garrincha»- Ponce, 71 años, que brilló en Boca, del´66 al´74 y otro inolvidable, Luis «el Loco» Ciaccia,84, santafesino. Iniciado en Unión un paso por River del´59 al 61. Dejaron una «huella» en los 60
Ciaccia destacado en Gimnasia y Esgrima La Plata, con recordada campaña del 62, el «Lobo» del Bosque. Ambos habilidosos, veloces, pícaros, desborde por la raya y asistencia a los goleadores. «Herederos» de Oreste Corbatta y el propio «Mané» brasileño, Manoel Francisco dos Santos, increible «Garrincha».
Ponce hizo goleador al cordobés Hugo Curioni en Boca, años 73-74 y Ciaccia al popular Alfredo Rojas, el «Tanque», Gimnasia y Esgrima La Plata, tras la gran campaña del 62 cuando el «Lobo» le disputó el torneo a Boca y a River. Con un ciclo de doce partidos ganados en forma consecutiva.
En 1966, otro recordado, Wáshington Echamendi, célebre «Pulpa» de Paysandú, sin pasado como futbolista por una seria lesión a los 19 años, que llevó a Nacional de Montevideo a la gloria del´70 al 74, tres títulos de Liga, la Copa Libertadores y un Mundial Interclubes, con Luis Artime y Luis Cubilla -Peñarol había ganado «todo» en los´60- tuvo un destello de los suyos.
El sabio «Pulpa» dirigiendo Unión de Santa Fe, tiempos de Pedro Mansilla, el «Mago» Héctor Vitale, ante requisitoria sobre el juego «tatengue», siempre pintoresco DT. contestó: «Lo que ocurre es que faltan democracia y wines». Argentina, antes Brasil, también Uruguay, vivían dictaduras. Brasil desde el 64 con la caída de Joao Goulart.
La historia de los notables «wines» no ha sido siempre un camino de rosas, en la premonición de otro contemporáneo, Osvaldo Zubeldía, cuando escribió que «la gloria no se construye sobre un camino de rosas». Pensando quizá, en espinas. Antes de Ciaccia y Ponce, otros se destacaron por la raya, pero no terminaron bien sus días
«Garrincha», así lo bautizó una de sus hermanas, la difícil niñez de doce hermanos en «la favela», antes de la consagración como»crack» en Botafogo, en la traducción de «pájaro triste», por raro habitante de la selva en Mato Grosso, y Oreste Corbatta, murieron por alcoholismo. Ambos, antes de los 51 años de vida. Lo mismo que el irlandés George Best, «crack» del Manchester United, de fines de los 60.
Hubo otros destacados en la misma época. Raúl Emilio Bernao, infinito «dribling» por la raya derecha en Independiente y la selección. Capaz de «bailar» al mejor 3 de la historia, Silvio Marzolini en los duelos con Boca. Uno muy recordado, en Avellaneda, la Doble Visera, una mañana de 1970, durante el torneo Metropolitano.
Bernao murió joven hace algo más de doce años afectado por una enfermedad incurable. En su tiempo un juvenil debutante en San Lorenzo, Narciso Horacio Doval, en el´62 con 17 años, impactó por su
habilidad. Tras un paso por Flamengo y otro breve en Huracán, Metro´71, su vida se apagó a los 41 años. Un ataque cardíaco, fulminante. A la salida de un lugar nocturno.
En los 50 brilló Herminio González en Boca. Popular «Pierino» por aquél niño prodigio, músico italiano, «Pierino» Gamba. Con manejo de ambas piernas, nacido en Mar del Plata, genial «Chaplín» ídolo en el 58, se divertía eludiendo rivales. Pegada, gambeta. Unico. Con 60 años de edad deslumbraba a otros veteranos en Parque Camet. Falleció a los 86
Un «flaquito» de gambeta indescifrable llegó a Huracán, en febrero del 73: el santiagueño René Orlando Houseman, de La Banda, «crack» de Defensores del Belgrano. El genio de los «potreros» de la «villa» del Bajo Belgrano, donde se radicó su familia cuando René era niño. Un prodigio. Murió en la pobreza.
Varios extranjeros hicieron historia. De las Islas Británicas, Stanley Matthews, «7» de Stoke City, tuvo ciclos brillantes. Rapidísimo, bajo de estatura, escurridizo, el inglés para muchos «mejor centreador» -asistente- de Europa en los 50. Dos celebridades, Robert «Bobby» Charlton y el galés John Charles, lo certificaron
Por la banda izquierda, Enrique «el Chueco» García que llegó a Racing de Rosario Central a fines de los´30. Consagrado junto a Félix Daniel Loustau, de River, «wing» izquierdo de «La Máquina» le pusieron moño al puesto en los 40. Dos protagonistas de la selección nacional en tres títulos sudamericanos.
En los 70, Oscar «el Negro» Ortiz. Habilidad infinita. Desborde y centro shot. Destino: el gol. Dato ya conocido: el zurdo Ortiz, campeón mundial, selección de César Menotti´78, en el 75, siendo figura en San Lorenzo -luego cuatro veces campeón con River- llevó al «Gringo» Héctor Scotta al récord aún inamovible: 60 goles en un año entre Metro y Nacional.
Ortiz, la estirpe del «Chueco» García y otro «Chaplín», Félix Loustau tuvo a la raya izquierda como aliada. Ganando siempre en el mano a mano. Centro a la carrera y gol de Héctor Horacio Scotta. En San Lorenzo del´75. En River del´77 lo mismo pero con Víctor Rodolfo Marchetti, goleador y campeón
Los «wines» que hicieron de «la asistencia» acierto al pleno en el juego: Loustau con Angel Labruna,
Enrique García, Racing, con el paraguayo Delfín Benítez Cáceres. Una década más tarde, Ezra Sued con Rubén Bravo y Llamil Simes en Racing tricampeón.
El correntino Pedro González con el misionero Rodolfo Fischer, primero en «Los Matadores» de San Lorenzo campeones invictos en el Metro´68; luego en River con el «Puma» Carlos Morete en el equipo que armó Angel Labruna para ganar el bicampeonato del 75 después de 18 años de frustraciones.
Ponce falleció en San Antonio de Padua rodeado de sus afectos. Su gran amigo de siempre Silvio Marzolini, internado por esos días, no pudo estar junto al wing derecho de los años de oro. Ciaccia, que hace cinco años vivía en «situación de calle», estuvo protegido en el Sindicato de Taxistas de La Plata.
La vida en la premonición de Santa Rita «te dá y te quita» ofreció a los dos, tardes de gloria y finales de olvido y nostalgia. En el caso del «Loco» Ciaccia, pesadilla de vivir como jugaba: siempre por la raya y en el borde: dentro de la cancha todo. Fuera de ella, a veces nada.
(*) Columnista de La Señal Medios, Libre Expresión y Mundo Amateur