INFORME ESPECIAL – Militares y civiles intentan evitar un estallido social que aparece inminente. Preocupación por las divisiones en el Ejército Bolivariano y en la oposición.
Hay preocupación en el entorno del presidente de la República, Nicolás Maduro, por la reunión del alto mando militar con la Comisión de Defensa de la Asamblea Nacional que se llevó a cabo la semana pasada en la sede del Ministerio de la Defensa en Fuerte Tiuna. El mandatario percibe que su gobierno ha llegado a la cuenta regresiva y observa que militares y opositores ya negocian sin disimulo alguno su salida.
Una fuente directa de LIBRE EXPRESIÓN en Caracas nos informa que «la oposición y casi me atrevería decir que los mismos chavistas, están claros que con Maduro no hay futuro. Hay negociaciones que están en pleno fogueo y lo que buscan los posibles enjuiciables del gobierno son medidas de protección».

Maduro resiste y Cabello negocia su destino
«Maduro y Cabello representan a intereses encontrados y tan sólo se soportan» dice nuestro informante, poniendo en evidencia la fuerte división que hoy parte al gobierno en dos. Diosdado Cabello, que mantiene su influencia en las Fuerzas Armadas Bolivarianas, pretende asegurarse que una caída del presidente no va a arrastrarlo y llevarlo en el corto plazo ante los tribunales estadounidenses que lo reclaman por sus probables vinculaciones con el narcotráfico.
De hecho el poderoso ex titular de la Asamblea Nacional tomó contacto a principios de enero con enviados de la Secretaría de Estado del presidente Obama para tratar de negociar un eventual apoyo al derrocamiento de Maduro a cambio de impunidad. No consiguió una respuesta positiva pero tampoco una negativa absoluta.
Claro que no todo pasa por los militares y las evidentes diferencias en la oposición -con los fuertes liderazgos de Henrique Capriles desde la calle y Leopoldo López desde su celda- generan una inquietud que hoy desvela a la sociedad venezolana.
«Carpiles y López juntos son invencibles pero enfrentados y por separado, protagonizarían un choque de trenes» afirma nuestro contacto en la capital del país.

La situación de carestía y desabastecimiento llegó a niveles insoportables
Paralelamente la situación general no garantiza que estos tiempos de negociaciones puedan extenderse aún más. La misma fuente caraqueña de «LIBRE EXPRESIÓN» lo describe dramáticamente diciendo que «mientras tanto, en la calle, la gente se está comiendo un cable. La estamos pasando mal. Lo de la necesidad de medidas humanitarias urgente no es un cliché sensiblero para ganar titulares de prensa; es una realidad cruda».
Y para explicitar los tiempos reales concluye afirmando que «cuando los principales voceros del oficialismo hacen «juramentos de amor eterno» con los militares, es que una de las partes de la relación no está muy enamorada». Más claro, imposible.
Algo es seguro en Venezuela: la caída de Maduro ya se mide por horas. Para el ex conductor de buses la suerte está jugada y nada podrá hacer para cambiar su destino.
Lo que no está claro es si la misma devendrá de un golpe cívico-militar, una acción de la Asamblea Nacional o una renuncia producto de una pueblada que ya parece incontenible.
Lo que no surge tan nítidamente es como será «el día siguiente» de Venezuela.