ERAMOS TAN POBRES

Aquella graciosa ocurrencia de Alberto Olmedo se vuelve trágica cuando observamos lo que el mundo  desarrollado hace hoy por sus ciudadanos en crisis y lo que Argentina, rica en esencia y pobre en los hechos, puede hacer por los suyos.

La Unión Europea (UE) dio hoy luz verde al uso de 37.000 millones de euros del presupuesto comunitario para movilizar inversiones para contrarrestar el impacto de la pandemia de coronavirus, en línea con la propuesta por la Comisión Europea y tras su aprobación en el Parlamento Europeo. El Consejo aprobó que los Estados del bloque puedan reforzar sus sistemas sanitarios, así como apoyar a las pymes, a los trabajadores y servicios comunitarios.

Estados Unidos aprobó un paquete de estímulo de 2 billones de dólares  para enviar ayuda a personas y empresas afectadas por la pandemia del coronavirus.

La legislación contempla el envío de cheques de 1,200 dólares a la mayoría de las familias estadounidenses, la creación de un programa de préstamos de 367,000 millones de dólares para pequeñas empresas y establece un fondo de 500,000 millones de dólares para industrias, ciudades y estados.

Además estipula el impulso masivo al seguro de desempleo, 150,000 millones de dólares para los fondos de estímulo estatales y locales, y 130,000 millones de dólares para los hospitales, entre otras numerosas disposiciones.

Ambos ejemplos sirven para que tomemos nota de cuan lejos que estamos del llamado mundo desarrollado y lo grave que se vuelve esa diferencia en tiempos de crisis sanitaria como el que vivimos.

El estado argentino dispuso en tanto un bono de $3,100 para 4.300.000 beneficiarios de la AUH y la AUE lo que representa una cifra cercana a los U$S 156 millones. otro de $ 3.000 para 4.600.000 jubilados, un equivalente a U$S 212 millones y uno de $ 10.000, nominado Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) que llegará a 3.600.000 hogares, lo que significa una erogación de  U$S 554 millones, aunque hasta el momento la preinscripción duplica esa cantidad y no se sabe cual va a ser el filtro que utilizará el gobierno.

Todo ello hace a una ayuda directa total de U$S 922 millones entre los tres conceptos.

El resto de la asistencia tiene que ver con créditos a tasa baja -si es que un 24% anual puede ser considerado de esa manera- y con reprogramación de vencimientos fiscales, bancarios y de servicios. Nada de ello, obviamente, gratis para los «beneficiarios».

No se trata de llorar las diferencias ni criticar el esfuerzo de las autoridades nacionales para aportar lo poco -muy poco- que se puede. Se trata de entender, como primera lección hacia el futuro, la debilidad endémica en la que caen los países que no dedican su esfuerzo a promover la inversión privada, asegurar reglas de juego claras y proteger a quienes asumen el riesgo de jugarse por la producción y el desarrollo sin esperar que el estado le resuelva la vida.

Hemos apostado desde siempre a la prebenda y el facilismo. Intentamos hacer valer la ley del menor esfuerzo y cargamos en el estado la pesada mochila de hacerse cargo de todo lo que salía mal o se convertía en improductivo. Y el paso de los años fue acumulando fracasos, crisis y deterioro de un tejido social que abandonó la solidaridad y el trabajo para sentarse a esperar que el conjunto se hiciese cargo de sus necesidades.

Y ese conjunto -el que produce y genera crecimiento- se fue convirtiendo cada vez en más chico al mismo tiempo que se puso primero a la defensiva para pasar luego al egoísmo y la especulación.

Y así se cerró el círculo perverso del fracaso argentino…

Si cuando vuelva el sol seguimos insistiendo por ese camino, el resultado será inevitablemente el mismo. Y la próxima crisis nos encontrará repartiendo escuálidas ayudas, disimuladas con verbas rimbombantes, y observando como aquellos que se recostaron en el esfuerzo común y la libertad individual pueden aportar en la emergencia lo que nosotros no tenemos y ya no sabemos como generar.

Y solo nos quedará echar mano a la picaresca criolla de Alberto Olmedo para consolarnos con el triste «eramos tan pobres»...que cada vez es menos gracioso.