Por Adrián Freijo – Axel Kicillof y los dirigentes del kirchnerismo han resuelto adueñarse de la ciudad, desconocer a sus autoridades y negar las urnas. La tibieza de Montenegro preocupa.
El domingo por la noche miles de marplatenses y turistas quedaron encerrados en un absurdo corte de tránsito dispuesto por las autoridades provinciales en la zona del Boulevard Marítimo adyacente al Hotel Provincial. El pretexto fue la preparación de un acto que se llevaría a cabo el lanzamiento del operativo de seguridad y salud “De Sol a Sol”.
A ninguno de quienes pergeñaron el adefesio se les ocurrió pensar en tanta gente que a esa hora retornaba de las playas o simplemente quería pasear por la zona más emblemática de la ciudad. Con esa enfermiza manía de mirarse el ombligo todo el tiempo, la clase dirigente preparaba la escenografía de sus trilladas apariciones públicas sin preocuparse por otra cosa que no fuese el montaje necesario para otra de sus apariciones a espaldas de la realidad.
Pero los marplatenses, que aunque el Frente de Todos se empecine en desconocerlo dimos nuestro veredicto en las urnas hace muy poco tiempo, ya no queremos descargar nuestro enojo en estos abusadores y comenzamos a mirar a quien elegimos para que nos gobernara, a la espera de una señal de autoridad que seguramente será acompañada por la inmensa mayoría de los vecinos. ¿Cómo puede ser que Guillermo Montenegro acepte calladamente que le tomen las calles de la ciudad sin hacerse cargo de que es su responsabilidad garantizar la libertad de tránsito de todos nosotros?.
El lugar secundario al que el gobernador y los suyos lo condenaron durante el acto es a la vez un agravio para la ciudad anfitriona y otra demostración del desprecio del oficialismo provincial por la voluntad política de quienes no adhieren al Frente de Todos. Históricamente el intendente municipal compartió el escenario con el gobernador; así se estila y así corresponde en su carácter de dueño de casa.
Ya es hora entonces de pedirle al jefe comunal que, en representación de cada uno de nosotros, asuma con firmeza la defensa de los derechos de General Pueyrredón, impida que la ciudad sea tomada como teatro de estos berretas actos de demagogia y también que se respete su investidura que, no debe olvidarlo nunca, le fue otorgada por decisión de las vecinos de Mar del Plata y Batán.
El diálogo y las relaciones institucionales son un camino de ida y vuelta que se convierte en laberinto cuando una de las partes lo desconoce y lo desprecia.
Y la ciudad, en última instancia, nos pertenece a quienes vivimos en ella y la sostenemos con nuestras tasas e impuestos.
A no olvidarlo nunca…