Tiene nombre, apellido, familia y un oficio. Pero la furia de la soberbia lo convirtió en el “pedazo de animal, vago de miércoles” del triste video que ya recorrió el país.
Se llama Cristian Bulacio. El y los suyos viven en El Molino, una de las localidades del sur tucumano más afectadas por las inundaciones que, en muchos casos, dejaron a los pobladores de la zona sólo las ruinas de lo que fueran sus casas.
Cristian es cosechero de arándanos, papa y limón. Su vivienda es una sólida construcción de material que resistió bien el avance del agua, pero la estructura no pudo impedir que la correntada se llevara o inutilizara casi todos los muebles que poseía. Hoy en su interior sólo queda una cama, según reporta en su cuenta de Twitter el periodista José Inesta. Su trabajo formó parte de un informe especial sobre el caso, emitido por el canal Todo Noticias.
Aún con el recuerdo del agua llegándole a la altura de la cintura, viendo su casa rodeada de bolsas de arena listas para atajar otra creciente y con sus pocas pertenencias secándose al sol, Cristian fue a plantear su reclamo ante Beatriz Rojkes de Alperovich, encontrando la desmesurada respuesta con la que la senadora nacional volvió a ocupar las primeras planas de los medios nacionales, en las que tantas veces había estado antes por situaciones similares.
“La senadora no conoce mi vida y me insulta”, lamentó Cristian, quien casi no tiene tiempo de enojarse ya que comparte con sus vecinos el miedo de que el río vuelva a crecer como lo hizo hace apenas un par de semanas. Hugo Gutiérrez, otro vecino de la zona, tiene fresco el recuerdo en la memoria. Es capaz de describir, con lujo de detalles, la madrugada en que la creciente llegó a El Molino y se llevó casas enteras.
Aún hoy, cientos de personas viven evacuadas, sin poder pensar siquiera en reconstruir sus hogares, sobrellevando en sus oídos los ecos del rugido del agua y de los insultos de la senadora. «No veo las horas de terminar el mandato y que se las arregle el que viene», asegura Hugo que le escuchó decir a la esposa del gobernador Alperovich.
«Ella (por Beatriz Rojkés) necesita q los vagos les pongamos el voto para que tenga su mansión», devolvió Juan Bulacio, padre de Cristian y otro de los damnificados por el fenómeno climático. Parece, después de tanto barullo, la respuesta más adecuada, en boca de un simple obrero que cada día ve como el río pasa por donde antes vivían sus vecinos y que, con lógica implacable de democracia fallida, quizás haya esbozado el epitafio que despedirá toda una carrera política.