Aníbal Fernández acusado de narcotráfico por ex socios

Jorge Lanata hizo una apuesta fuerte: mostró los vínculos de Aníbal Fernández con el tráfico de efedrina y con el triple crimen de General Rodríguez.

Para ello, se apoyó en elementos judiciales, notas periodísticas y sendas entrevistas, una a un expolicía llamado José Luis Salerno y otra a Martín Lanatta, un hombre muy cercano al mismísimo precandidato a gobernar Buenos Aires, Fernández.

Salerno es un personaje central en la trama, no solo en lo referido al oscuro negocio de los medicamentos adulterados, sino también del referido triple crimen donde perecieron Sebastián Forza, Leopoldo Bina y Damián Ferrón, en agosto de 2008.

En el año 2011 Salerno fue detenido en el contexto de la mafia de los remedios. Fue entonces que decidió callar el mayor de sus secretos: por qué registró la firma Grupofharma SRL el 13 de agosto de 2008, el mismo día en que Ferrón —quien trabajaba para él— apareció asesinado junto a Forza y Bina.

A su vez, Salerno ya había sido detenido en el marco de la causa por la “ruta de la efedrina”, a cargo del destituido juez Federico Faggionato Márquez, pero prontamente quedó en libertad en circunstancias que aún hoy no son del todo claras.

Esteban Pérez Corradi, aún prófugo por el crimen de General Rodriguez, era el principal comprador de efedrina. También le confesó a Salerno que trabajaba para Aníbal Fernández quien desde el gobierno manejaba el contrabando para un cártel mexicano.

Salerno sostuvo ostuvo además que todo el dinero producto de ese contrabando era lavado en cuentas que manejaba Pérez Corradi con destino a financiar la campaña electoral de Cristina Fernández de Kirchner.

De la narración de Salerno quedó en claro que la órden del triple crimen fue dada por el propio Anibal Fernández.

 

El otro hombre clave

Martín Lanatta, quien nada tiene que ver con Jorge Lanata —de hecho, sus apellidos se diferencian por una “t”—, será otro de los entrevistados esta noche en Periodismo para Todos.

Nacido el 02/09/1973, Lanatta ha sido, hasta hace pocos años, una suerte de funcionario inorgánico del Registro Nacional de Armas (RENAR), dependencia que supo estar presidida por Andrés Meiszner, hijo del entonces secretario Ejecutivo de la AFA José Luis ídem, relacionado estrechamente a Aníbal Fernández.

Lanatta sostuvo ante el conductor de PPT que trabajaba para Aníbal Fernández y que era su «recaudador» en el RENAR y mensajero de éste ante Sforza por el tema de la efedrina.

A su vez, Lanatta trabajó a las órdenes de este último cuando se encontraba al frente del Ministerio de Trabajo de la Provincia de Buenos Aires en el año 2001.

En el marco de ese cargo informal, ha gestionado cuatro permisos de portación de armas al fallecido Sebastián Forza, a pesar de que este último poseía diversas denuncias referidas a temas vinculados a la salud pública y escándalos similares.

Y allí es cuando aparece el momento clave: el malogrado 7 de agosto de 2008, Forza, Ferrón y Bina fueron citados a una promisoria reunión en el supermercado Wal Mart de Sarandí. La persona que requirió su presencia fue el referido Lanatta, pero nunca estuvo allí, lo cual hace presumir a los investigadores acerca de la posibilidad de que se hubiera liberado la zona para cometer el triple asesinato.

Desde el Wal Mart, los tres jóvenes se habrían dirigido a una supuesta reunión en una vivienda ubicada en la calle Videla 631 de la localidad de Quilmes, donde habrían sido ultimados y luego llevados en un camión frigorífico hasta la localidad de Gral. Rodríguez, donde a su vez se plantó una falsa “escena de crimen” con la complicidad de lo más granado de la política de esa zona de la provincia.

Lanatta identíficó como «Máximo» a un agente de inteligencia puesto por Aníbal Fernández para que lo representara personalmente y vigilara el negocio de la efedrina.

Sostuvo sin duda alguna que quien ordenó la muerte de Sebastián Forza, Leopoldo Bina y Damián Ferrón fue el propio Aníbal Fernández, quien sentía que el círculo de la investigación se estaba cerrando sobre él. Agregó que él personalmente trasladó U$S dos millones desde el domicilio del traficante mexicano que comandaba la operación hasta la casa del Jefe de Gabinete. Y que en una segunda ocasión hizo lo mismo con U$S tres millones docientos mil.

El denunciante terminó pidiendo un careo con el propio Fernández, afirmando tener las pruebas de todo lo que decía.