Final para un Festival que no termina de prender en la gente

Redacción – Buen material, muchos cinéfilos corriendo de sala en sala pero poco entusiasmo en el grueso de la sociedad marplatense. Una decisión estratégica que, tal vez, debe ser reconsiderada.

 

Terminó el 36° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata y, según los iniciados en el maravilloso mundo de la cinematografía, el material expuesto ha sido de buena calidad.

El esfuerzo de los organizadores logró darle forma a una programación algo acotada pero muy jugosa, donde no faltaron ni los títulos de autores consagrados ni la posibilidad del descubrimiento.

La película de origen iraní “Hit the road”, del director de cine Panah Panahi, se quedó con el Premio Astor Piazzolla al mejor largometraje de esta edición del Festival, que finalizó ayer aunque hoy siguen algunas proyecciones.

En la ceremonia de cierre que se realizó en el Teatro Auditorium, el jurado decidió reconocer también a la coproducción entre Alemania y Georgia “What do we see when we look at the sky”, del director Alexander Koberdize.

Sin embargo el encuentro internacional parece año a año alejarse más de aquel modelo histórico que lograba convocar a toda la ciudadanía y en no pocas ocasiones «paraba la ciudad» por la presencia en la alfombra roja de figuras convocantes de la cinematografía nacional e internacional. Hoy, el festival se engalana con autores y directores de culto pero en su gran mayoría desconocidos para el gran público.

Pareciera haberse elegido un modelo de proyección antes que una fiesta del cine, al estilo de los grandes encuentros europeos, tal como supo conocerse en años no tan lejanos. Es una decisión y tal vez no sea la equivocada, si tenemos en cuenta las dificultades presupuestarias que el INCAA, como todos los organismos nacionales, transita para encarar grandes eventos.

Pero aquellos festivales representaban un modelo promocional único para Mar del Plata y en no pocos casos verdadera catapulta para actores y directores nacionales, amén de una puerta de entrada de los filmes argentinos al mercado internacional.

Por lo que, sin descalificar la nueva modalidad, tal vez sería bueno que como en tantos otros temas se abriese el debate a la sociedad y se explorasen formas asociativas que permitieran devolverle aquel brillo que, valga decirlo, no tiene porque excluir las nuevas exigencias de calidad cinematográfica sino tal vez complementarlas.

Buen cine y show business hace muchos años que caminan de la mano…