FOR IMPORT

El retiro de Ginòbili y una mirada retrospectiva sobre su carrera y su vida, debería ser un ejemplo para importar a cada rincón de la vida argentina y a cada momento de nuestro presente y futuro.

Emanuel Ginóbili fue un sostenido ganador durante sus 23 años de carrera deportiva…pero no fue eso lo que más le importó ni lo que le insumió la mayor parte de su esfuerzo cotidiano.

Medalla de Oro en el Campeonato FIBA Américas de 2001,
Medalla de Plata en el Mundial 2002, Medalla de Bronce en el FIBA Diamond Ball 2004, Medalla de Oro en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, Medallas de Oro en el FIBA Diamond Ball 2008,  Medalla de Bronce en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, Medalla de Oro en el Campeonato FIBA Américas de 2011, campeón de la Euroliga y elegido el MVP con su equipo el Kinder Boloña con el que una semana antes de esa final con el Tau Cerámica también había conseguido la Copa de Italia. ¿Què más?…. ¿qué duda cabe de que estamos en presencia del deportista más exitoso de la historia del país?.

Sin embargo la imagen de Manu, o al menos aquella que el se esforzó en poner por delante de todo, no tiene que ver con el triunfo ni con el éxito de una carrera deportiva que dificilmente pueda ser igualada por otro representante argentino en el futuro.

Antes bien, siempre puso por delante la cara del hombre agradecido, feliz con una carrera cimentada en el esfuerzo permanente y sobre todo intentando irradiar un perfil de honestidad intelectual, coherencia en la búsqueda de las metas y humildad frente al compromiso que la vida le puso a cada instante por delante.

En un país en el que los ídolos se llenan de zonas oscuras -que a veces opacan lo deportivo pero muchas más lo humano- Ginóbili es ese hombre del que podemos hablar con nuestros hijos cuando pretendemos que entiendan aquello de multiplicar los panes sin tomar el atajo de la ilegalidad ni caer en el abismo de la soberbia.

Tal vez sea tiempo de «importar» la lección que nos deja este argentino de exportación.

Los amantes del básquetbol seguramente van a extrañar su magia, su carisma y cada uno de los toques distintivos que supo imprimir a su esplendoroso juego. Pero los aún esperanzados en una Argentina distinta vamos a proyectar su figura como la de un ejemplo digno a seguir e imitar: la del hombre que todo lo consiguió con reglas claras, esfuerzo y una humildad a prueba de todo. Algo que él nos demostró que aún es posible.

Gracias Manu…muchos entendimos tu mensaje.