FRANCISCO: EL PAPA FALIBLE

Su actitud con la Argentina sirve para reflexionar acerca del viejo principio de la infalibilidad de los pontífices. Todo lo que tiene que ver con el país marca en él una sucesión de caprichos y errores.

¿Son los Papas infalibles?, por supuesto que si pero sólo en cuestiones de dogma. En todas las demás cosas es tan falible como usted, como nosotros y en ocasiones mucho más. Sería inagotable el listado de pontífices que cometieron errores y hasta monstruosas crueldades que harían empalidecer a los más conspicuos pecadores.

Un  dogma es ese punto esencial de una religión, una doctrina o un sistema de pensamiento que se tiene por cierto y que no puede ponerse en duda dentro de su seno.

En la Iglesia Católica es dogma el carácter divino de Jesús, la presencia del Espíritu Santo y, aunque desde mucho más acá en el tiempo que los anteriores, la virginidad de María. Entre tantos otros que tienen que ver con la esencia de esta religión universal.

Lo son también los cinco sacramentos -bautismo, confesión, comunión, matrimonio y extrema unción – pero no las normas que los reglan, las que son cuestiones disciplinarias que pueden ser reformadas si el Papa considera adecuarlas a los nuevos tiempos, nuevas circunstancias o solo a las decisiones políticas del Vaticano.

Estas ultimas pueden discutirse en el cuerpo de la Iglesia y entre los fieles; los sacramentos o los otros dogmas, no.

Hacha esta aclaración digamos que las actitudes de Francisco con la Argentina, desde el inicio mismo de su papado, han marcado una serie de cuestiones discutibles que lo acercan más a un puntero político que a su carácter de jefe espiritual de los católicos.

Francisco es confesamente peronista pero además se comporta como un vocero de ese partido y sobre todo de la facción kirchnerista. Es triste, pero imposible de negar aún para el más pacato de sus seguidores.

Desde el primer día del mandato de Mauricio Macri el Papa boicoteó su gobierno, deslizó críticas, mimó adversarios -aún a muchos de los que se enriquecieron obscenamente a costillas del dinero que robaron a millones de pobres a los que el Vaticano dice defender- y se esforzó en señalar al mandatario como responsable de una grieta que él, ojalá sin darse cuenta, ayuda a crecer día a día.

Acaba de confirmar que en 2018, ocasión en la que visitará la región, tampoco pisará la Argentina. Una verdadera pena, y sobre todo una demostración más de la confusión de Bergoglio que, empecinado en asegurar el retorno del peronismo al poder, pierde de vista que su papel como pastor es el de ayudar a cicatrizar las divisiones y no en acentuarlas con este tipo de actitudes.

Una frustración, un golpe duro para los creyentes argentinos...pero nada que deba sorprendernos en el Papa falible.