Desde hoy, en que será recibido por Raúl Castro en el aeropuerto de La Habana, hasta el 28 de septiembre, que cerrará en Filadelfia su gira por Estados Unidos, el Papa pronunciará 26 discursos
La noche del jueves, el papa Francisco envió un mensaje en vídeo a los cubanos. Cuando todos los analistas —incluyendo su portavoz, Federico Lombardi— coinciden en pronosticar que el viaje a Cuba y Estados Unidos será el de más contenido político, Jorge Mario Bergoglio optó por dirigirse al pueblo de Cuba con un mensaje muy simple: “Jesús los quiere muchísimo, nunca los abandona. Voy a visitarlos como misionero de la misericordia de Dios”. Aunque con el telón de fondo del acercamiento entre los dos países, el viaje que inicia hoy Francisco será como su pontificado: imprevisible.
Desde la tarde de hoy, en que será recibido por Raúl Castro en el aeropuerto de La Habana, hasta el 28 de septiembre, que cerrará en Filadelfia su gira por Estados Unidos, el Papa pronunciará 26 discursos, cuatro en inglés y el resto en español, algunos tan solemnes como el que ha preparado —de su puño y letra— para comparecer ante el Congreso de Estados Unidos y la Asamblea General de Naciones Unidas. Serán esas las alocuciones más medidas, posiblemente cargadas de todas las cuestiones (inmigración, desigualdad, cambio climático) que forman parte del debate global y sobre las que Bergoglio mantiene un discurso vehemente, en algunos casos rompedor.”
Francisco, según sostiene su secretario de Estado, Pietro Parolin, hablará en Nueva York en nombre de los millones de personas que vagan por el mundo huyendo de la guerra o del hambre.“Sin duda será la inmigración uno de las cuestiones más importantes del viaje”, explica Parolin, “es una preocupación constante del Papa, pero que estos días se ve aumentado por la emergencia que nos ha tocado vivir. Sabemos cuántas han sido sus intervenciones, casi diarias, sobre este tema. Y no hay que perder de vista que se dirige a un país, Estados Unidos, que tiene una larga historia de inmigración y también una larga historia de apertura, de acogida y de integración de las diversas oleadas de emigrantes que hasta ahí llegaron”.
Antes, Bergoglio se referirá casi con toda seguridad en La Habana a la necesidad de que Estados Unidos siga dando pasos para aliviar el embargo que aún soporta Cuba. Así lo hicieron ya Juan Pablo II y Benedicto XVI —Francisco es el tercer pontífice que visita la isla en 17 años—, pero ahora además sus palabras no están destinadas a caer en saco roto. El deshielo ya está en marcha, y en su momento tanto Barack Obama como Raúl Castro quisieron resaltar de forma pública el papel de Francisco y de la maquinaria diplomática del Vaticano en pos del entendimiento. Un éxito diplomático que ha venido a reforzar el liderazgo del Papa más allá de su papel como jefe de la Iglesia católica y que Bergoglio está dispuesto a utilizar. “Hay que escuchar al Papa”, dijo Obama cuando visitó el Vaticano.
Aunque no está en la agenda, se da por seguro que Francisco visite a Fidel Castro la misma tarde de su llegada a Cuba. Según el secretario de Estado del Vaticano, “es de esperar” que el fin del embargo “pueda conducir a una mayor apertura desde el punto de la libertad y de los derechos humanos”. Esta es una de las principales incógnitas del viaje. Por el momento, no está previsto ningún encuentro del Papa con la oposición al régimen.