¿Pesos pesados?; formalmente si. Aunque todos arrastran en su actividad problemas que deberían ocuparlos. Los millones de dólares del fútbol y el poder que genera los enfrenta en pelea final.
Tinelli comienza a sentir el desgaste de materiales. A pesar de mantener niveles de audiencia que a otros harían sentir felices, sabe que Showmatch dista hoy mucho de ser un programa hegemónico.
Y su insistencia en llevar al estudio a personajes repudiados por la sociedad -o al menos amagar con hacerlo- ha generado un efecto seguramente no deseado ni buscado por el conductor: una gran parte de la sociedad (audiencia) se expresa hoy en los términos más duros de quien ya no ven como el muchacho zarpado de Bolívar y ahora identifican con uno más de los tantos poderosos capaces de pasar cualquier límite si de beneficio personal se trata.
Hugo Moyano ha resuelto cambiar sindicalismo por fútbol. Más allá de la pasión que siente por este deporte y especialmente con Independiente, el camionero quiere salirse de la línea de fuego del gobierno. Sabe que una vocación investigativa en cuanto al orígen de su cuantiosa fortuna podría ponerlo en apuros; y prefiere dar un paso al costado.
Pero su forma de hacer política sigue siendo la misma: se para frente a Macri, exige la conducción de la AFA y acepta asociarse con Tinelli para cerrar el paso a los hombres del presidente. Tal vez en su cabeza se cruza la idea de negociar con el gobierno el negocio del fútbol y algo más de paciencia gremial -seguirá siendo el hombre más influyente del sindicalismo nacional al menos por un tiempo- a cambio de frenar cualquier avance de los jueces sobre su patrimonio.
Sus viejos negocios con Macri en los tiempos en el que el actual mandatario era Jefe de Gobierno porteño le dan un margen más amplio para aguardar con tranquilidad los días que vienen. «Entre bueyes no hay cornada» dice Don Hugo a sus preocupados amigos…
Mauricio Macri, en el peor momento de su gestión, teme enfrentar las iras de Tinelli pero, empresario al fin, quiere a toda costa manejar el negocio del fútbol.
Su operador Daniel Angelici no parece hasta ahora demasiado ducho al momento de negociar y mucho menos al de avanzar. Todo lo que toca el titular de Boca, hasta su propio club, se convierte en un verdadero desastre.
Tal vez por eso Macri giró su mirada hacia Juan Sebastián Verón, al que pretende colocar al frente de la Superliga para cerrar el paso de Tinelli. De lograrlo poco le importará que Moyano se quede con la AFA; el viejo organismo rector será solo un sello de goma con poca y ninguna injerencia en el manejo del dinero.
Tironeos, operaciones ocultas, chantajes y amenazas. Todo es válido cuando de quedarse con el negocio del fútbol se trata.
Macri sabe que tiene el as de espadas. Si las cosas no se hacen a su gusto podrá patear el tablero y pararse frente a ese 80% de argentinos que exigen que el estado no le de un peso al fútbol, anunciando que no está dispuesto a utilizar en salvar a los clubes y sus corruptos dirigentes el dinero de los contribuyentes.
Algo que «olvidará» si logra su objetivo de correr a Tinelli, limitar a Moyano y poner un hombre al que maneje al frente del negocio..
Visión que confirma, si es que hiciese falta, que el fútbol es parte del «ser nacional».