GRABOIS Y EL USO DE LA MISERIA HUMANA

El dirigente social preparó con tiempo un escenario en el que los pobres pusieron el lomo y él y quienes lo protegen -desde impensados lugares de privilegio- sacan rédito del dolor ajeno.

En diferentes lugares del país, de los que no estuvo ausente Mar del Plata, las organizaciones sociales que conduce el dirigente Juan Grabois estaban preparadas con todo su poder de fuego para protestar por el desalojo ordenado por la justicia en Guernica.

Ya no tenía sentido estar en el lugar de los hechos junto a quienes, una vez más, quedarían desposeídos de todo y sin saber muy bien como seguirán sus vidas. Ellos, los pobres, ya habían cumplido su cometido: poner el lomo para recibir palazos y hacer a cambio de falsas promesas y fuertes engaños.

Para Grabois solo el hecho político es lo importante. La pretensión de incorporar al eterno debate argentino la cuestión de la propiedad privada -al mismo tiempo en que a su alrededor florece una estructura inmobiliaria que lo acerca más al delito que a la sensibilidad social- y su inocultable voluntad de sumergir al propio Papa Francisco en cada una de sus violentas aventuras -sin que el pontífice termine de comprender el alto costo que la Iglesia paga día a día por la ausencia de una clara desmentida al aval vaticano que el líder piquetero deja trascender a cada paso- sobrevuelan cada una de las apariciones de estas «organizaciones sociales» que dividen ahora su tiempo entre usurpaciones de un pobrismo que fomentan y la toma de costosas propiedades para lo que no dudan en enfrentar familias y falsificar instrumentos públicos como una más de sus muchas violaciones a la ley.

Grabois en Guernica y Grabois en el campo de la familia Etchehevere. Grabois omnipresente y marcando el paso de la realidad nacional con silencios y omisiones cómplices avalándolo.

Los bienes usurpados ya están nuevamente en manos de sus titulares legítimos por acción de una justicia que esta vez actuó con presteza y ajustada a derecho. Pero el mal que se buscaba se ha producido y la sociedad sabe que nadie está seguro en el país, que la propiedad privada está hoy sujeta a controversia y que si la sociedad no se moviliza en forma permanente, sale a la calle y exige a sus autoridades, los silencios cómplices, las palabras sesgadas y las complicidades ocultas seguirán abonando el accionar de este y otros delincuentes que en nombre del pueblo, la dignidad humana y hasta de Dios -y sus legales representantes- todo es posible y todo es expropiable.

Justo lo que quería Juan Grabois y alguien le mandó a conseguir…