GRIETA ESTAMPILLADA

Un hecho puntual -la condonación de la deuda por el Correo- pone en evidencia la profunda división de los argentinos, lo que nos empuja a discutir una cifra cuando deberíamos hacerlo con la ética de gobierno

Nada está claro; ni siquiera la cifra definitiva de la condonación que oscila entre la informada en un principio, setenta mil millones de pesos, y la expresada por el gobierno que no llega a los trecientos millones.

Una vez más el tono del debate roza lo prostibulario, y los insultos y descalificaciones vuelan por encima de la grieta como misiles en busca de arrancar la cabeza del enemigo. Porque eso, enemigos, es lo que hoy somos los argentinos.

En semejante chiquero es imposible tratar de hablar de ética, porque ésta es una calidad que viene con la serenidad de las convicciones y que difícilmente emerja en medio de la turbulencia del combate a muerte.

¿Importa la cifra o es más importante reflexionar acerca de si es digno de un gobierno transparente que un subalterno del presidente sea el encargado de perdonar una deuda del padre del presidente?. ¿No hubiese sido representativo de un cambio de tiempo que el Ejecutivo se excusara y llevase el tema al Congreso o al menos a una comisión ad hoc conformada con la oposición?.

¿Porqué no se informó del «acuerdo» -ocurrido a mediados del año pasado- y solo nos enteramos a partir de una denuncia de la oposición?. Si no había nada que ocultar, ¿qué fue lo que hizo que el tema se mantuviese con sordina durante ocho meses?.

Todo ello hubiese sido lógico cuando en el mismo momento del perdón de deuda estallaba el caso de los Panamá Papers en los que el propio Mauricio Macri se esforzó en diferenciarse de su padre. ¿Tantos negocios juntos y al final nunca tienen que ver uno con el otro?. ¿No merece esto al menos una explicación que va mucho más allá de una cifra?.

Ya ve el lector que el odio, la sinrazón de la grieta y la necesidad de destruir al otro nos han empujado, una vez más, a ver el árbol y no ver el bosque. Acá no deberíamos discutir sobre plata sino sobre transparencia; deberíamos estar todos ocupados en avisarle al gobierno que si no está dispuesto a cumplir las promesas electorales de un país distinto y libre de la corrupción maloliente del kirchnerismo, nosotros como conjunto social lo vamos a obligar a hacerlo. O lo despediremos en las urnas como lo hicimos con Cristina y sus secuaces.

Pero es imposible…estamos demasiado ocupados en insultar a quien no acepta cambiar aquellos fanatismos por estas impunidades. Así, nunca cambiaremos…