Desde hoy se llama oficialmente Ciudad de México. El jefe de Gobierno propuso que los ciudadanos voten el nombre. Entre las opciones están “defeño”, “capitalino”, “mexica” y “chilango”.
Hay una pequeña revolución en el sur de Norteamérica. Este viernes, el presidente Enrique Peña Nieto promulgó la reforma política que cambia el nombre de la capital mexicana -de Distrito Federal a Ciudad de México- y avanza hacia una Constitución propia.
A partir de ahora, el ex distrito administrativo será casi un estado por sí mismo. En manos del izquierdista Partido de la Revolución Democrática, el Distrito Federal estaba dividido en 16 delegaciones, que desde ahora serán alcaldías.
«Adiós Distrito Federal, bienvenida nuestra Ciudad de México», celebró el jefe de gobierno Miguel Ángel Mancera.
A mediados de este año se convocará a una asamblea constituyente que redactará la Constitución de la Ciudad de México.
Con este cambio en marcha, los 8,85 millones de habitantes de la ciudad enfrentan un dilema crucial: cómo referirse a sí mismos.
Bajo la denominación de Distrito Federal, eran conocidos como «defeños», aunque en une encuesta del diario El Universal la mayoría optó por «capitalinos».
Mancera intervino en el dilema: en su opinión, la misma ciudadanía deberá votar su gentilicio.
“Que cómo nos vamos a llamar, que si nos vamos a llamar mexiqueños, que si nos vamos a llamar chilangos… el que ustedes quieran, que lo construya la ciudadanía”, invitó.
«Ciudadefeños”, una propuesta extraña.
“Chilangos”, una opción más estándar.
“México” se deriva de los mexicas, también conocidos como aztecas, el grupo indígena que fundó la ciudad.
“Chilango” tiene un origen más incierto. Empezó teniendo una connotación peyorativa, pero con el paso del tiempo se convirtió en motivo de orgullo.