En 1969 La Paternal produjo el «hallazgo del siglo»: uno de los «captadores» en el fútbol infantil, Francisco «Francis» Cornejo pidió a su amigo «Yayo» Trotta que lo llevara en su «Rastrojero», camioneta de fabricación nacional en Córdoba, desde 1952, a Villa Fiorito.
Por José Luis Ponsico (*)
El dato, ambos: niño, Gregorio «Goyo» Carrizo, 10 años, encarador, vivo, clásico de la «villa». Un viaje de una hora y algo para ver un picado de pibes. De prontos dos hombres, con rango de «captadores» de talentos para Argentinos Jrs. fueron sorprendidos.
«Un enano retacón con el cabello lleno de rulos hizo cosas en el potrero que nunca habíamos visto» parece que dijo Francisco «Francis» Cornejo, empleado del Banco Hipotecario, que no había alcanzado los 40 años de vida.
Para los pibes y los buscadores de piedras preciosas nada resultó igual. Los dos chiquilines ficharon para el fútbol infantil de Argentinos Jrs. Así comienza la gran historia que dejó al cabo tristeza para «Francis»: hace casi 15 años murió solo, triste, olvidado. Tenía 76 años.
Diego Armando Maradona supo de la generosidad de Cornejo y Trotta antes que Jorge Cysterpiller, identificado con el club pintoresco de La ¨Paternal ofreciera darle un hogar al extraordinario futbolista de «Los Cebollitas», en 1974. El genio de los Infantiles «Evita».
El pibe Carrizo no tuvo éxito. Su rumbo en «la villa» lo llevó por otro camino. El dream team
«Los Cebollitas» sensación en Embalse Río Tercero, pleno gobierno peronista, el regreso del Gral. Perón a la Presidencia de la Nación, produjo revuelo: juego, goles, serie invicta.
«La Rastrojero» «embalsamada» sobre un techo a cuatro cuadras del célebre «Cajón» de La Paternal, cancha remodelada Argentinos Jrs. Boyacá y Juan Agustín García, luce para los visitantes, esquina de Lascano al 2200. Una reliquia. Vecinos de San Blas, Alvarez Jonte.
Todavía abundan fotos en distintos cafés y restaurantes de La Paternal con imágenes de los chiquilines que viajaban en la camioneta de «Yayo» (Santiago Trotta) rumbo a distintos clubes de barrio. Se mezclan «Pintitas», Parque Patricios, «Pinocho» Villa Devoto, entre otros.
Los tiempos fueron cambiando para «Francis». Ya grande, jubilado, perdió el lugar que ocuparon otros en la vida del genio de Villa Fiorito. Un par de años de su deceso invitado por periodistas de la Escuela TEA. Taller, Escuela, Agencia, brindó una hermosa charla.
Los alumnos de varias divisiones estuvieron impactados por la sencillez y franqueza del invitado. Un señor septuagenario, elegantemente vestido -Cornejo preparado para una virtual gala- contando aquella inolvidable aventura.
Cerró el testimonio diciendo que si hubiera sido pintor, un plástico, la única comparación posible para él mismo, «sería Picasso» en su mejor obra. Lo aplaudieron al calor de los periodistas, docentes, comentaron «No habrá ninguno igual. Para ambos: Diego y Francis Cornejo a los 76 años vivía de una jubilación magra. En un departamento de dos ambientes en zona de Plaza Once. Solo, triste, olvidado. Podría haber sido un personaje del escritor Osvaldo Soriano: la novela «Triste, solitario y final» 1973.
Salvador Aparicio nacido en España, País Vasco, duro hombre de Bilbao, radicado en Rosario. El fútbol como su antecesor con dos pasiones: el juego y los pibes. En el suburbio rosarino el Club Grandoli. en el´96 llegó un niño prodigio. No para jugar.
Lionel Messi, nacido 24 junio´87, 9 años, acompañado de su madre, a veces una de sus abuelas, para ver jugar a su hermano, dos años mayor. Una tarde, tribunas cubiertas por los padres y otros familiares, tablones de madera, el niño es llamado.
Aparicio no podía completar el equipo infantil. Uno de los pibes dice «Salvador falta uno. ¿Qué hacemos ?. El hermano de Messi, interviene. <Salvador por qué no lo pone a mí hermanito< al tiempo que señalaba al niño pegado a su madre. La de ambos.
«Pero tú hermanito es una Pulga. Bueno que venga», dijo otro descubridor del siglo XX. En el final en todo caso. Casi veinte años más tarde de la aventura en Fiorito. El niño prodigio hizo de todo. Como aquella vez el Enano retacón. De enanos y de genios.
La familia Messi vivía en el barrio conocido como el FONAVI Fondo Nacional de la Vivienda. Tiempos del gobierno de Raúl Alfonsín. Plan Banco Hipotecario Nacional. Aparicio cerca del hallazgo. El suyo. Con el tiempo, el tratamiento en Barcelona. Todo cambió.
Tras una prueba en River -de niño el genio rosarino hincha de River, su corazón pegado a Ñuls- el presidente José María Aguilar en el tiempo del «!uno a uno» no quiso invertir en un médico endocrinólogo una cifra cercana a cinco míl dólares. Cuenta la leyenda.
«Messi, cerca de los 12 años, ya era un prodigio» comentó el ex lateral derecho de River en 1982 Eduardo Abrahamian uno de los responsables de Infantiles en el club de Núñez. «No sabemos qué pasará con el pibe» parece que le dijo Aguilar. El armenio lamentó mucho.
El viaje a España se supo después. Messi quiso estar en La Masía y hasta en uno de los viajes de sus padres a Rosario, no tuvo problemas, inyectarse inyecciones para el crecimiento que indicó el médico endocrinólogo contratado por Barcelona Fútbol Club.
Gracias a Carlés Rexach , entrenador de inferiores ex futbolista del Barsa´84, tiempos de César Menotti DT. «blue» Cataluña, el niño prodigio argentino creció 15 cms cuestión de meses. Se hizo el milagro a través de la ciencia. Lionel temía al «enanismo».
El entrañable Salvador Aparicio desapareció de la escena. Cuando Lionel llegó a la Primera tuvo algunas menciones para su «descubridor» en el club de bario Grandoli, Rosario, a fines del siglo XX. El buscador de piedras preciosas murió antes de cumplir 60 años. En 2008.
No siempre las fortunas que ganan los futbolistas de prestigio mundial tienen como una de las remisiones, en situación de «inventario», conocer el rigor del destino en sus captadores.
Ernesto Duchini, Carlos Peucelle, «Nano» Gandulla tuvieron vidas modestas. Sin lujos.
La cita incluye en el primero a Roberto Perfumo, Oscar «Pinino» Mas, Juan Carlos «Manija» Puntorero; el segundo Amadeo Carrizo mientras llegaban Enrique Omar Sívori y Ermindo Onega fichados por Renato Cesarini ambos en River.
Bernardo Gandulla tuvo en Boca a Angel Clemente Rojas, llevado por Aníbal «Gordo» Díaz Arsenal de Lavaroll; también a Rubén Magdalena, Oscar Pianetti, auge de «La Candela» xeneize en zona de Morón. Años´60.
Mar del Plata tiene a su héroe del silencio. Se llama Roberto Gonzalo. Popularmente Cacho Gonzalo. Ex lateral derecho del seleccionado local hace 60 años. Está cumpliendo 80. En su foja figuran tres hallazgos de notables.
Gonzalo que pasó por Talleres Fútbol Club, Puerto de Mar del Plata, más tarde Deportivo Español, recuerdo del ascenso en en´66 (de Rudsky, Veglio y Valledor) más tarde en el dream team de Gimnasia y Esgrima´70 (Gatti, Zywicka, Pignani, Delio Onnis) subcapitán.
Estando Gonzalo en Jujuy, dirigiendo a Gimnasia jujeño, luego Atlético Ledesma, trajo a River otro prodigio en serie: el ídolo riverplatense Ariel «Burrito» Ortega, 17 años. Corría Más tarde desde Mar del Plata el zurdo Wálter Erviti, 18 años, a San Lorenzo.
Gonzalo tuvo a Emiliano Dibu Martínez a los doce años bajo su tutela. «Lo ví jugar en la Plaza Italia, cerca de la Gruta de Lourdes, Puerto Mar del Plata. Le gustaba ir arriba. Ya pintaba por estatura y personalidad. Lo llevé al club San Isidro. Al fútbol infantil» cuenta.
El entrañable «Cacho» Gonzalo acompañó hasta el viaje del «Dibu» al Club Independiente de Avellaneda donde lo tomó una gloria del arco de los «Rojos»: el notable Miguel Angel Santoro, hoy 81 años, el orientador orgulloso del arquero de las grandes hazañas.
«Ninguno hizo plata» cuentan los allegados. «Todos alcanzaron una parte de la gloria» pudo ser la leyenda de «Fuente Ovejuna» de autores anónimos. No así los auténticos «Héroes del silencio»: aquel conjunto español de rock que impactó en Zaragoza hace cuatro décadas.
Y si se trata de la cultura popular, el fútbol, la música, los protagonistas, antes de los hermanos Valdivia (Héroes del silencio) en Zaragoza, los talentos junto a un primo del mismo apellido, el juglar catalán Joan Manoel Serrat, dejó su impronta.
«Nunca es triste la verdad; lo que no tiene es remedio» El popular Nano en el 71 prohibido por el franquismo por cantar en idioma catalán dejaba una sentencia que ubica en el tiempo a los evocados: Francis Cornejo, Salvador Aparicio y Roberto Gonzalo, héroes del silencio.
(*) Columnista de La Señal Medios, Libre Expresión, Mundo Amateur y Agencia Nacional y Popular