Los marplatenses sabemos que nadie va a decirnos que hacer. Y también sabemos que está en nosotros cambiar aquellas cosas que no le sirven a la democracia.
Marchar por justicia nunca es malo y hacerlo para que se conozca nuestro hartazgo por tanta impunidad.
Treinta años después del retorno a la democracia la política pasa por su peor momento en lo que tiene que ver con su relación con la gente. Lejos de ser una actividad que honre a quien la ejerce se ha convertido en motivo de sospecha y desconfianza.
No existe sociedad civilizada que pueda prescindir de una clase política y mucho menos de sus partidos. Porque ambos suponen la intermediación entre el pueblo y el poder, si por poder entendemos aquello que nos enseña la ciencia democrática.
Y son esos hombres y serán esos partidos los que nutran las instituciones de la democracia. Y deberán hacerlo con sus mejores exponentes, algo que en la Argentina de hoy parece imposible.
La muerte de Alberto Nisman desnudó la indefensión en la que nos encontramos los argentinos. Y también lo hizo con la mediocridad e impericia de todo un arco encargado de investigar y un sistema judicial que no dejaron de cometer las más aberrantes torpezas en el supuesto camino a la verdad.
Hoy sabemos además algo que siempre sospechamos: ese mundo abyecto del espionaje, al servicio de campañas y operaciones del poder de turno, se convierte en una espada de Damócles ya no tan sólo sobre la cabeza y la libertad de cada argentino sino sobre la misma vida institucional de la república.
Y así, entre corruptos, mediocres y criminales, la nación va deslizándose por un tobogán que la lleva inexorablemente a su decadencia, sino a su extinción.
Contra este estado de cosas -hoy encarnado en la muerte dudosa de un fiscal- marcha hoy el país y marcha Mar del Plata.
No importa que motivación quieran inventar los que se favorecen con la pérdida de los valores republicanos ni importa el rédito que pretendan lograr los que especulan con el cansancio de la ciudadanía.
Importa que todos sabemos que es lo que está pasando y que, en silencio y con el recogimiento que corresponde ante las grandes causas de la Patria, hoy salimos a decir «basta» a la decadencia, «basta» a la impunidad, «basta» a la soberbia y «basta»a a la república para unos pocos.
A partir de las 18.30 hs, el el monumento a ese ejemplo de lo que debemos ser que fue el Gral. José de San Martín, los marplatenses comenzaremos a escribir otra historia.