Mucho se ha especulado, y mal, sobre los motivos por los que el Papa no envió un saludo al presidente electo de los argentinos. LIBRE EXPRESIÓN le cuenta la verdad de lo acontecido.
El Vaticano es un estado independiente que consagra la neutralidad en su propia Constitución. Y ese es el único motivo por el cual el pontífice romano no saludó a Mauricio Macri con motivo de su triunfo del día 22 de noviembre en el ballotaje.
Seguramente lo hará en la jornada de asunción prevista para el 10 de diciembre, ya que el acto supondrá una actividad institucional y no el triunfo de una expresión política sobre otra. Y también seguramente por eso el pequeño estado enclavado en el corazón de Roma jamás saluda triunfo electoral alguno en ningún país de la Tierra.
Como no lo hace Suiza -que también consagra la neutralidad en su Carta Magna- sin que ello dispare especulación alguna. Aunque el paraíso financiero de la Confederación Helvética también enviará sus congratulaciones al momento de asumir las nuevas autoridades.
¿Porqué Macri recibió los respetos del titular de la Conferencia Episcopal Mons. José María Arancedo?. Porque el ex obispo de Mar del Plata y primado de Santa Fé no es representante del Vaticano sino de la iglesia argentina, consagrada en la Constitución como religión oficial del Estado.
El representante del estado papal – el Nuncio Apostólico Monseñor Emil Paul Tscherrig- tampoco envió saludos, al menos públicos, y solo lo hará el día del inicio del mandato en el que además estará invitado como parte del cuerpo diplomático y no como religioso. Es de estilo que cuando el nuevo presidente recibe el saludo de las legaciones extranjeras afincadas en el país, el representante vaticano sea quien encabeza el besamanos.
Eso es todo; una cuestión de estado. Nada que ver con simpatías personales o definiciones políticas.
Lástima que estas cosas no se explican con sencillez a la población y se generan ansiedades que no tienen sentido alguno.
Como nos gusta a los argentinos.