José Rigane: cuando ser «distinto» se hace algo habitual

Por Adrián FreijoTreinta años de vida sindical pueden confundir a un dirigente hasta el punto de creerse dueño de la organización que dirige. José fue una excepción y nunca se dio cuenta.

Duro, áspero, capaz de poner en palabras sencillas las cuestiones más complicadas y dotado de una pasión desbordada por su gremio, su gente y sus convicciones. Así se lo recordará a José Rigane, un dirigente que jamás tomó nota de su condición de distinto en una actividad en la que la larga permanencia en la conducción suele confundir a los protagonistas y hacer que terminen creyendo que la organización que encabezan es de su pertenencia personal.

Un hombre incorruptible, al que tantas veces intentaron corromper desde el poder económico. Pero Rigane ni siquiera tomaba nota de esas propuestas y enfocaba su actividad en la defensa de sus asociados en un gremio complicado, difícil, que representa a los trabajadores de una actividad en la que las zonas grises han sido muchas a lo largo de la historia.

Pasó incólume los tiempos de privatizaciones, tercerizaciones…y claudicaciones. Y si como dirigente supo de los triunfos y las derrotas en las luchas encaradas, jamás aceptó un paso atrás cuando de preservar derechos y avanzar en nuevos logros se trataba.

Seguramente muchos sectores del poder económico sentirán ahora el alivio de no tener que seguir tratando con José Rigane. Tal vez no tengan en cuenta que a lo largo de tres décadas supo dar una impronta al Sindicato de Luz y Fuerza y que ahí adentro sembró la semilla de la lucha gremial frontal, honesta y sin claudicaciones.

Para el periodismo fue un raro privilegio tratar con él. Como todo tipo de convicciones era capaz de discutir con pasión y argumentos cada uno de sus actos y posturas. Pero nunca cruzaba el umbral del agravio o la torpe intención de la amenaza. Aún sabiendo que su interlocutor pensaba distinto o, como es tan común en estos tiempos, respondía a otros intereses.

La actividad gremial pierde a uno de sus mejores exponentes. Ojalá sus herederos en la conducción del gremio puedan tener presente en todo momento su enseñanza, su escuela y su manera de entender la lucha por los derechos del trabajo.

Lo demás será tan solo la pátina de una trayectoria signada por una manera de ver y entender esa  realidad que con su partida pierde algo más que un dirigente.