Macri tiró de la cuerda peligrosamente. Promesas incumplidas, torpeza en la comunicación y un errático manejo de los tiempos lograron el efecto menos deseado: unir al peronismo. ¿Y ahora?
¿Ninguno de los tecnócratas que lo rodean le avisó que el peronismo en el gobierno siempre finge divisiones para tener una pata fuera del poder y así volver a serlo cuánto antes?.
¿No hubo un solo colaborador -de esos tan «brillantes» y despreciativos que le hablan a la gente como si todos menos ellos fuesen estúpidos- alertó al presidente de una maniobra envolvente que cualquier principiante veía a la distancia?.
¿No hay en todo su entorno alguien que le recuerde la corta paciencia de los argentinos, cansados de los slogans y los discursos vacíos?.
¿O al menos alguien que se animase a pararlo en un pasillo y decirle con firmeza que esas encuestas que marcaban una caída abrupta y constante del apoyo popular a la gestión no venían acompañadas de números que presagiasen un cambio de humor hacia adelante?.
¿O que por algo sus «amigos» los empresarios se resistían a invertir en el país?.
¿Nadie le dijo que no se podía beneficiar a las mineras, al campo, a los bancos, al juego y castigar al trabajador con la continuidad de un impuesto ilegal e ilegítimo como es ganancias?.
¿Nadie lo anotició de la debacle que se venía en forma de unidad de todo el peronismo en su contra?.
Macri no tiene quien lea la realidad por él y tampoco la capacidad de hacerlo por cuenta propia.
El peronismo está unido...y va por todo. Como siempre desde hace 70 años.
¿Quién podrá evitarlo?…Sencillo, aquel que alguna vez piense, en serio, en un país para todos. Con menos «asesores» y más seres humanos capaces de caminar como uno más entre la gente.
Ahora por favor que alguien se acerque a Macri y le recuerde que ya es tarde para lágrimas…
Y que si brotan no será un veto el que las enjugue.