Por: José Luis Ponsico (*) – «Estar nominado para Premios «Lobo de Mar», a los mejores deportistas del año por el Círculo de Periodistas Deportivos, Mar del Plata, es un gran orgullo», dijo.
Japón arrasada por dos bombas atómicas en agosto del ´45, fin de la guerra mundial. Sólo en Europa, 45 millones de muertos. El mundo tomaba otro rumbo. En la Argentina miles de japoneses, eligieron la ruta del exilio. El país del sol naciente alcanzó dimensión en la ciencia electrónica en los´60.
Alemania derrotada en el ´45, once años más tarde producía el «Milagro alemán» desde la política industrial para Europa, proceso de reconstrucción. La Argentina recibió numerosas corrientes de inmigrantes japoneses y europeos en los´40. Hoy, se recoge lo que se siembra.
La curiosidad: en los ´50, la mayoría de japoneses que emigraron a nuestro país tenía tintorería. Casi todas, «Tintorería Tokio». No fue el caso de la familia Kuwada, la razón de esta historia sobre el laureado deportista marplatense juvenil Ken Kuwada.
El padre de Ken, «estrella» del Patín Carrera -de él se trata- se graduó en Odontología y construyó «su aldea» en cercanías del Club San José, Mar del Plata. El niño Ken se subió a los zapatos de las ocho ruedas en la barriada que ama cuando tenía cinco años.
Hoy pasa la mayor parte del tiempo con sus amigos a pocas cuadras de San José. «Empecé con Gustavo Rodríguez. Me guió en patín, al que llegué llevado por una vecina», comentó Ken antes de su viaje a China, donde compitió hace dos semanas.
El legendario Hugo Ibarguren ponderó a Ken. «El pibe es un crack», dijo el primer campeón mundial nuestro.
«Estar nominado para Premios «Lobo de Mar» a los mejores deportistas del año por el Círculo de Periodistas Deportivos, Mar del Plata, es un gran orgullo», dijo Kuwada, 21 años, hoy a cargo del entrenador Trinaroli del Club General Mitre, cuna de otros grandes patinadores locales, como Ibarguren honrado como Ciudadano Ilustre de Mar del Plata.
Como todo «héroe anónimo», Ken se hizo famoso en el barrio con sus amigos. Formó un pequeño club social «en la casa de Diego y Hernán», otros dos patinadores que no tienen la fama de Kuwada, pero son sus admiradores más fieles. «Lo cuidan como un hermano menor», dicen los allegados.
El Patín de Mar del Plata, en otros tiempos el Ciclismo, siempre requirió un esfuerzo silencioso, anónimo, casi «a escondidas». Horas de entrenamiento -muchas veces en alrededores del Estadio «José María Minella»- hasta en el playón de estacionamiento, sin gente alrededor y pocos recursos
Ken Kuwada, como sus ancestros, sabe que «una victoria» es la consecuencia «de horas», a veces «años» de esfuerzo. Y que si ganan otros -en China, sorprendieron patinadores colombianos- es porque muchas veces está faltando una Política Deportiva que acompañe tanto esfuerzo silencioso de cientos de deportistas que honran lo que hacen.
(*) Columnista de la Agencia Télam