La carta de Montenegro a Vizzotti: sólida, pero insuficiente y tardía

RedacciónEl intendente le envió una misiva solicitando revisión de la decisión de colocar a Mar del Plata en Alerta Epidemiológica. Buenos fundamentos pero un pésimo timming.

Los que alguna experiencia hemos recogido en esto de observar la política y extraer conclusiones  tenemos algo muy en claro: no existe ninguna posibilidad de que Guillermo Montenegro -o alguien de su gabinete- no haya sido alertado antes de conocerse el DNU presidencial de que General Pueyrredón había sido incluida como zona en Alerta Epidemiológica.

En condiciones normales esto debió ser anticipado por quienes tomaban la decisión pero, como sabemos que no existen en la relación entre el kirchnerismo y la oposición atisbos de normalidad, es claro que algún vocero informal debió enterarse de lo que se estaba cocinando y puesto sobre alerta a las autoridades municipales.

Tal vez la «desaparición» del intendente durante la última semana, en la que evitó todo contacto con la prensa y se mantuvo en un inexplicable silencio para el capitán de un buque que navega aguas procelosas, fue un adelanto de que algo estaba pasando y que el jefe comunal no podía lograr que enderezase su rumbo.

Tras la confirmación de que General Pueyrredón fue incluida entre los distritos que atraviesan una peor situación sanitaria -lo que debería representar  cierre de establecimientos, fin de las clases presenciales y duras restricciones a la circulación- se conoció una misiva de Guillermo Montenegro a la ministro de Salud de la nación Carla Vizzotti en la que le pide una urgente revisión de la medida por considerar que nuestro partido no reúne ninguna de las condiciones epidemiológicas que justifiquen su inclusión en la «lista negra» de los municipios bonaerenses.

En ella el jefe comunal detalla lo que a su juicio son los puntos que alejan al partido de lo que se resolvió en presidencia.

En ese sentido, desde el Ejecutivo comunicaron que los tres criterios establecidos para determinar qué ciudades se consideran en esta situación son, primero, ser aglomerados urbanos, departamentos o partidos de más de 300.000 habitantes; segundo, la incidencia definida como el número de casos confirmados acumulados de los últimos catorce (14) días por cien mil (100.000) habitantes sea igual o superior a quinientos (500); y, tercero, el porcentaje de ocupación de camas de terapia intensiva sea mayor al ochenta por ciento (80 %).

Montenegro consideró que “del análisis integral de la normativa surge que para ser considerado como un Partido en situación de alarma epidemiológica y sanitaria, deben necesariamente cumplirse los tres recaudos en forma simultánea. Es decir, no cumplir con uno solo de ellos es suficiente para no ser considerado de esta manera”.

“No existe duda alguna que el Partido de General Pueyrredon no los cumple”,consideró Montenegro en la que carta que le envió a la ministra de Salud de la Nación, en la que resaltó la situación de Mar del Plata en torno al segundo y tercer criterio.

Hasta aquí todo cierto…pero Montenegro olvidó un detalle determinante que debió ser atendido por sus funcionarios con la anterioridad y presteza que reclamaba una situación de embate permanente de la provincia contra su administración, algo que no es novedoso y que solo puede sorprender a un tonto o a un malintencionado.

Porque la RESOLUCIÓN Nº 1209/2021 de Jefatura de Gabinete del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires,  que es la que regula los motivos por los que el gobernador Axel Kicillof puede ordenar un cambio de fase, también toma esos criterios pero en el Art. 1, inc. d) , justifica la inclusión en Fase 2 de un municipio cuando «a partir de la identificación de los primeros casos autóctonos, se observare un incremento en la velocidad de transmisión medida en términos de tiempo de duplicación o la ocurrencia de casos autóctonos en donde se verifique que la cadena de transmisión se corresponde con un escenario de transmisión comunitaria poniendo en riesgo el funcionamiento adecuado del sistema de derivaciones de atención sanitaria en las zonas afectadas».

Una condición lo suficientemente difusa como para poder ser utilizada por las autoridades bonaerenses para resolver, casi a su antojo, lo que hacen con cada distrito.

Todos supimos, desde el mismo momento en el que se conoció este decreto con fecha 20 de abril de este año, que el mandatario provincial se guardaba una notable porción de discrecionalidad para manejar la crisis. Y ello no era para agilizar cuestiones sino, como ahora queda en evidencia, para sojuzgar los distritos que tiene en la mira para complicar su funcionamiento y desgastar a sus intendente.

Y todos sospechábamos que Alberto Fernández, que en los últimos meses se ha convertido en un manso seguidor de las demandas de Kicillof, sería útil a los designios surgidos desde La Plata. Lo que quedó en evidencia cuando al conocerse la nueva calificación de los distritos tanto General Pueyrredón y otros como Bahía Blanca y algunos distritos del Gran Mendoza, todos gobernados por la oposición, aparecieron incluidos fuera de orden alfabético y casi como un apéndice del doloroso listado. Más claro…

Todos nos dimos cuenta…menos los hombres que deben «leer» la realidad para un intendente que descansa su tranquilidad en la lucidez y celeridad de sus colaboradores.

Ahora una carta que, por sólida que sea, solo merecerá una respuesta formal de la ministra que seguramente indicará que es desde La Plata donde debe resolverse la cuestión, mientras que en la ciudad de las diagonales dirán que el citado inciso los hace creer que la medida es acertada y que, además, el propio gobernador dijo en su mensaje televisivo que iba a seguir «a rajatabla» lo dispuesto por el presidente.

Una forma burocrática y moderada de evitar lo que seguramente debería ser la rápida respuesta a la pretensión del intendente: «tarde piaste».