LA CIUDAD NECESITA MENOS DENUNCIAS Y MÁS PROPUESTAS

Mar del Plata tiene problemas. Inseguridad, falta de trabajo y una economía en crisis. Sin embargo su dirigencia parece enfrascada en la denuncia como único objetivo.

Los últimos meses han sido agotadores, si es que asistir a tanta pelea, denuncia y enfrentamiento es como suponemos un camino al hartazgo.

A pesar de las muchas necesidades que tenemos los marpatenses, muchas de ellas por responsabilidad del estado y en el área de sus obligaciones de gestión, pareciera que todos los representantes de la clase política suponen que levantando el dedo acusador y acompañando el gesto con un encendido discurso atienden a la exigencia común de dar respuesta a las cuestiones.

Tenemos que resolver entre todos un cambio de paradigma. Si Mar del Plata no entiende la necesidad de modernizar su sistema de producción pesquera, replantear la oferta turística para neutralizar la globalización de la misma, avanzar rápidamente en la concreción del proyecto más importante que tiene entre manos y que es la de convertirse en un conglomerado de punta en la industria del software, rediseñar las relaciones laborales para hacer posible que el capital acepte sentarse a solucionar el drama del trabajo precarizado (en lo que somos ciudad récord desde hace mucho), y tantas otras cosas, no tenemos futuro y cada día los hechos consolidarán esta sensación de una ciudad con baja calidad de vida.

No basta con oponerse vehementemente al traslado del municipio al barrio Libertad. ¿Porqué no una alternativa posible que supere la oferta oficial?.

Si la reorganización del tránsito que se ofrece no es buena, ¿hay una idea mejor?, ¿porqué no se explicita?.

Si la administración del municipio no es la deseable, ¿que hacemos para mejorarla?, ¿cuál es el proyecto de reorganización del estado?.

La inseguridad sigue ganando nuestro espíritu y creemos que los gobernantes no logran resolver la cuestión, ¿nos enojamos?, ¿acusamos?, ¿nos conformamos con hablar de fracaso?. ¿Y porqué no una idea, una sola, de cómo hacerlo mejor?.

A lo largo de los años los problemas que nos aquejan se han multiplicado, y casi nos atreveríamos a sostener que ninguno fue resuelto y dejado atrás. Sin embargo esta costumbre de llegar al poder por el camino de la descalificación del otro parece haber llegado para quedarse.

Sin ideas, sin grandeza, sin planes serios y trabajados, con el único expediente de mostrar que el otro no sirve, la dirigencia de la ciudad se ha convertido en una mediocre expresión de una Mar del Plata decadente.

Y ya sería bueno que ese estilo se corriera definitivamente del escenario.