La columna de Dimas Pettineroli: ¡No son escraches!

La crisis que padece nuestra Patria hace que cada día más argentinos, pacíficos, mansos, empiecen a rebelarse de la manera que pueden.

Por Dimas Pettineroli

Por Dimas Pettineroli

Hay un hartazgo social gigantesco, que trasciende las fronteras, se enciende en los diarios de toda América, comparando a Argentina con las crisis de Perú y Ecuador, que tienen sus calles como nosotros: en llamas. Acá con el formato de piqueteros con una ausencia total de la autoridad que debe velar por el cumplimiento agrado de la Constitución que impide que cualquiera con cualquier argumento impida circular libremente,

Entonces muchos ciudadanos dignos han empezado a rebelarse con actos espontáneos (que los diferencian de un Escrache) de repudio a figuras que han pasado todos los límites de la burla al soberano.

Define Wikipedia: “Escrache es el nombre dado en Argentina, España, Paraguay, Uruguay y Venezuela a un tipo de manifestación en la que un grupo de activistas se dirige al domicilio, lugar de trabajo o en lugares públicos donde se reconozca a alguien a quien se quiere denunciar.” Clarita la diferencia con el repudio natural, no organizado como ataque.

Juan Grabois, encima luciendo el carnet de amigo de Francisco, Luis D’Delia (el delegado de Irán), Mirtha Tundis, lagrimera profesional, Alex Kiciloff, et., etc., son las caras más visibles y siempre a mano para hacerles sonar el escarmiento público. Y les duele, aunque se escondan en los tapabocas o en nerviosas y falsas sonrisas escudados en la V peronista.

Curiosamente varios periodistas importantes y políticos moderados, califican a estos gestos sinceros, realistas, de “Escraches”. No lo son.

Escraches son aquellas manadas pagadas por politiqueros de oficio (el Intendente de La Matanza, dicen) que mandan a acosar a líderes de oposición impidiéndoles hablar en La Matanza, y otras ciudades del país. La victima favorita ha sido Luis Milei. Hay muchas otras.

Intentar sofocar desde la oposición misma estas expresiones en defensa propia, sin tener en cuenta que muchas de esas personas han sido robadas, baleadas, abusadas, extorsionadas, etc., pueden favorecer gestiones autoritarias (como ya lo hemos visto en varios países de Sudamérica).

Es la hora de los democráticos valientes.

No los dejemos solos.

DJP

dimaspettineroli@hotmail.com