Todas las miradas están puestas en el máximo tribunal. En su retirada el gobierno de Cristina está avasallando sin tapujos a la justicia y sólo la Corte está en condiciones de frenar el atropello.
El desplazamiento del juez Bonadío es un caso más de los muchos que ya han ocurrido en un país en el que aún la sangre del fiscal Nisman espera una investigación seria que la justifique.
Los jueces Ballesteros y Freiler ahora, pero tantos otros antes, ya no se preocupan siquiera en disimular un alineamiento obsceno con el gobierno, a punto tal que ahora piden que sea desplazado su compañero de Sala que osó votar, una vez más, en disidencia.
Eduardo Farah integra la Sala I de la Cámara Federal como subrogante. Fue el único de los tres que votó a favor de mantener al juez federal Claudio Bonadio en la investigación del caso Hotesur que involucra a la presidenta de la Nación, Cristina Kirchner, en una causa por lavado de dinero. Su suerte parece echada al ajusticiamiento Kirchnerista.
Sus colegas, Eduardo Freiler y Jorge Ballestero, votaron en dúo y apartaron al magistrado de primera instancia. Farah por su cuenta ya sabía desde la mañana temprano cómo iban a votar sus colegas, y si bien participó del acuerdo – el último antes del comienzo de la feria judicial- se fue pocos minutos antes que se conociera la resolución en el caso Hotesur.
Los rumores que corren por estos días en que se empezó a hablar de ley de subrogancias, es que el Consejo de la Magistratura con el voto del kirchnerismo iba a remover a Farah para reemplazarlo por otro subrogante.
Y es ahí donde aparece la responsabilidad institucional de la Corte que ya no puede esperar un día más en su obligación de ordenar un poder que se prostituye día a día, hasta el punto que ya muchos dudan si no se le escapó definitivamente de las manos.
Y las dudas se centran en su titular Juan Carlos Lorenzetti al que muchos apuntan como parte de un acuerdo con el gobierno. Acuerdo que permitiría todas estas maniobras que hoy escandalizan a la sociedad.
Los días venideros servirán para saber en donde está parada la república. Aunque el piso no parezca hoy muy firme.