La cumbre se ha celebrado todavía bajo el impacto de la atroz decapitación de Steven Sotloff, el segundo periodista estadounidense ejecutado por el Estado Islámico (EI), y por la espada de Damocles que pende sobre la cabeza de David Cawthorne Haines, el rehén británico al que los terroristas han situado el próximo en su macabra lista.
El presidente estadounidense, Barack Obama, tiene como objetivo prioritario formar una liga internacional contra la organización de Abu Bakr al Baghdadi y se ha centrado en el encuentro de Newport en persuadir a sus aliados atlánticos para que se sumen. Como ha dejado claro el secretario de Estado, John Kerry, esta coalición podría llevar ataques aéreos contra objetivos del EI y suministrar material e instrucción al Ejército iraquí y a los guerreros kurdos, pero nunca desplegar fuerzas sobre el terreno. De momento, la denominada «coalición base» cuenta ya como integrantes con Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania, Canadá, Australia, Turquía, Italia, Polonia y Dinamarca. Otros países, como España, todavía no se han pronunciado sobre cuál será su implicación.
Guiño al mundo árabe
En el afán de seguir una política multilateral, Obama ha llamado a los países árabes a colaborar con los Estados Unidos en su lucha contra el fanatismo del Estado Islámico. El presidente confía en que Irán, la gran potencia chií, secunde su causa, toda vez que los seguidores de Al Baghdadi, suníes, amenazan Nayaf y Kerbala, lugares santos del chiismo en Irak. Como ha afirmado en Newport, Obama tiene especial interés en que los estados árabes suníes también se embarquen en la lucha por erradicar una organización que supone un descrédito para su credo. Este segundo objetivo parece más difícil que cumplir.
Fuerza de acción rápida ante la amenaza rusa
Aunque la sangrienta irrupción del Estado Islámico alteró la agenda prevista, la cumbre de Newport estaba concebida inicialmente para respaldar a los países bálticos ante el temor a un posible expansionismo ruso que la crisis en Ucrania y la anexión de Crimea han desatado. Estonia, Letonia, Lituania y Polonia quieren asegurarse de que la OTAN cumplirá con su cometido fundacional, garantizar la seguridad de sus integrantes. Para ello, la Alianza ha acordado en la cumbre la creación de una fuerza de reacción rápida que fortalezca las fronteras orientales y el flanco más expuesto a la acechante presencia de Putin. Esta fuerza estará compuesta por 4.000 militares y será capaz de entrar en acción en 48 horas.
Respaldo a Ucrania
La imagen del presidente ucraniano Petró Poroshenko en los encuentros de las instituciones internacionales del mundo occidental empieza a ser una constante. En la cumbre de la OTAN en Newport se repitió. Allí, como viene sucediendo desde el inicio de la crisis entre Ucrania y Rusia, Estados Unidos y las potencias europeas volvieron a mostrar su respaldo a Kiev y su condena ante lo que consideran intolerable injerencia rusa en el país vecino.
De nuevo, se reiteró la amenaza de nuevas sanciones contra Moscú, un mensaje de firmeza que busca reforzar a la parte ucraniana en las negociaciones recién iniciadas tras el alto el fuego acordado el viernes. Ya fuera de los márgenes de la OTAN, la Unión Europea tiene previsto aprobar este fin de semana un endurecimiento de las medidas de castigo a Rusia ya en vigor.