(Redacción) – ¿No había equipo?, ¿ocurrió algo tras el triunfo que cambió lo previsto?. Aunque los protagonistas lo nieguen, algo pasa en torno a los nombramientos en el gabinete municipal.
Las versiones son muchas, y por ahora solo eso, versiones. Sin embargo no deja de llamar la atención la demora en conocer los nombres de quienes acompañarán a Carlos Arroyo en la administración de una de las ciudades más importantes de la Argentina.
A los confirmados Giri, Cano y Gustavo Blanco en el área de salud, todo lo que se les suma hasta el momento son versiones, autopostulaciones y la inocultable sensación de que no todo está bien en las carpas de Cambiemos.
«La lapicera la tengo yo», «el intendente soy yo», son algunas de las frases -con cierto tufillo personalista- que el nuevo jefe comunal suele deslizar cada vez que se le pregunta por alguna versión o algún «voluntarismo». Ocurre que nadie le niega esa realidad, pero ya son muchos los que creen que al menos debería saberse que perfil va a tener cada área de gobierno.
Por más que seguramente lo negarán, la verdad es que ya son varios y notorios los nombres de colaboradores cercanos durante la campaña que se han ido pegando el portazo. Y también la molestia de alguno de los confirmados que anda diciendo por los pasillos que «mucho aval, mucho aval, pero nadie me escucha cuando trato de explicar como están las cosas».
Zorro Uno ha asumido su condición de jefe y conductor, y cual ordenadas huestes de Rommel pretende que su gente acepte sin chistar sus órdenes del «Mariscal de la Costa».
Hace algunas horas recibió un llamado personal de Mauricio Macri. Por un instante creyó tocar el cielo con las manos, pensando que venía la confirmación de los fondos que necesita para arrancar su gestión sin sobresaltos.
Nada de eso ocurrió: el presidente electo, con una firmeza que no deja lugar a dudas, le pidió que cesara en lo que calificó «una pelea sin sentido» con Florencio Aldrey y que mirara con atención algún negocio no del todo claro que se está armando en sus cercanías y a su espalda. Y que involucraría a la amplia playa de estacionamiento ubicada en los balnearios de Playa Grande.
«No se desgaste en cosas que no son prioritarias» le dijo Macri antes de cortar el teléfono sin anunciarle otra cosa. Unas horas después, y de madrugada, el obsceno cartel colocado en la torre del reloj de la Vieja Terminal Sur fue retirado en silencio y colocado en una calle lateral. Toda una lección de como se arreglan las cosas, sin escándalos y con muñeca.
Ocurre que las marchas y contramarchas son constantes y así se hace difícil interpretar que es lo que quiere el jefe.
Mientras tanto el radicalismo oscila entre la bronca por el poco espacio que se le ofrece en la conducción y el entusiasmo que le despierta la posible salida de Guillermo Arroyo desde el Concejo hacia la Secretaría Privada de su padre. Ello dejaría a Mario Rodriguez en las puertas de una posible sucesión y tal vez por eso el electo alcalde apuró una jugada que puede acelerar la ruptura: propuso a Sáenz Saralegui para la presidencia del HCD. Quiere tener las espaldas cubiertas…por si acaso.
Todos se miran de reojo, se miden y mueven con prudencia sus piezas.
Lo grave es que a dos semanas de asumir el gobierno de Mar del Plata, desde el espacio no pueden definir ni a las personas ni las líneas directrices que se harán cargo de la tarea.