Por Adrián Freijo – Más allá del debate acerca de la preeminencia de la política sobre la economía o viceversa, la actualidad muestra un preocupante escenario con la ausencia de ambas.
La economía se resuelve con decisiones políticas pero también técnicas. Hay situaciones en las que las medidas «de manual» deben ser implementadas más allá del sesgo ideológico de quien las toma o de los objetivos a mediano y largo plazo que quien gobierna pueda tener. ¿Hoy se disparó el dólar?, hoy tengo que generar los instrumentos que amortigüen ese efecto. Después atacaremos las causas…
El gobierno de Alberto Fernández afronta un momento crucial de su gestión. Con serias dificultades para resolver su prioridad -el achatamiento de la curva de contagios- se encuentra ahora con indicadores económicos que quitan cualquier duda al temor que tienen hoy todos los operadores: Argentina se encamina a la crisis más profunda de su historia.
Y la decisión política de emitir sin límite para sostener la primera etapa del aislamiento hoy se vuelve técnicamente imposible; continuar con este ritmo representa chocarse con una hiperinflación no más allá del mes de octubre. Porque no existe manera de reabsorber todos esos pesos a través del consumo sin empujar los precios hacia arriba y tampoco a partir de nuevas emisiones de Leliq que deberían ofertar una tasa de interés de tal magnitud que también dispararían los índices generales.
He aquí un caso en el que, cualquiera fuese la decisión política, las técnicas económicas la limitarán, condicionarán y hasta anularán…
Pero ello no significa que a esta altura de los hechos no esté siendo necesario observar alguna línea directriz de la política económica del gobierno. Y ello no es por ahora perceptible…
¿Cómo va a hacer Alberto para frenar el previsible estallido?, ¿se animará a limitar el consumo para sostener la inflación?, ¿seguirá sosteniéndolo al precio que sea?, ¿mantendrá la brecha insólita entre el dólar oficial y el blue?. Doce millones de argentinos dependen hoy del estado y es probable que esa cantidad crezca mes a mes durante un largo tiempo. ¿Va a seguir el estado asistiéndolos?, ¿cómo lo va a hacer?, ¿con que lo va a hacer?. Nadie lo sabe fuera de las paredes de la residencia de Olivos; la pregunta es si adentro hay alguien que si lo haga.
Para completar el panorama se va complicando poco a poco la negociación con los bonistas y ees un secreto a voces que desde la Casa Blanca le exigen al presidente reformular sus tesis en materia de política exterior para otorgarle el apoyo explícito que puede volcar la cuestión a favor de la oferta realizada por el país. Los mercados, informados del chisporroteo con la administración Trump, abandonaron este martes el acompañamiento a las reiteradas promesas del gobierno acerca de su voluntad acuerdista y comenzaron a dar señales negativas.
Justo en el inicio de una nueva fase dura de la cuarentena esas señales no son buenas: la caída del 26% de la actividad económica en mayo -dicen que en junio podría ser aún más aguda- sumada a un frente externo complicado y la falta de anuncios concretos por parte del gabinete económico suponen un cóctel que comienza a picar aún en las gargantas más afines al gobierno. «Hay que terminar con esta dualidad permanente» repiten, «hay que elegir un camino y seguirlo sin dudas pese a los tropiezos» agregan para concluir que «y sobre todo no equivocar acerca de que ruta estamos en condiciones de tomar».
Dudas, indefiniciones, contradicciones, sensación de que todo debe negociarse en la cúpula bicéfala de la Argentina, indicadores alarmantes, un escenario de recesión mundial en el que una vez más no sabemos movernos, destrucción de empleo y empresas, pesos argentinos por doquier y sin respaldo, brecha cambiaria insostenible, alta inflación e inosostenible presión impositiva…demasiado para agregarle la falta de definición de un gobierno cuyo Ministro de Economía depende del resultado de una negociación externa para no salir eyectado de su sillón. Y que no ha dado señal alguna de que entre sus activos esté el manejo de una economía como la argentina, más allá del tema de la deuda.
Los días pasan, el futuro ya está a la vuelta de la esquina y, con pandemia o sin ella, el país deberá ponerse en movimiento. ¿Hacia adonde?…nadie parece saberlo.