Cuando Brasil estornuda Argentina se resfría, dice el lema económico de la región. El gigante de Sudamérica acelera la devaluación y puede traer repercusiones negativas para el país.
En los últimos días, el real perdió 1,05% y alcanzó a 3,35 frente a la divisa norteamericana. En julio se devaluó 6% (que trepa a 13% en los últimos tres meses, y el dólar cotiza así a su mayor nivel desde 2003.
Por su parte, el director de ABECEB, Dante Sica, consideró hoy que la devaluación del real, la revisión de metas fiscales dispuestas por el gobierno de Brasil y el nuevo recorte de gastos, afectará a la Argentina con una mayor caída en el volumen de exportaciones a ese país, lo que impacta directamente en la actividad industrial.
“Brasil seguirá dando malas noticias, ya que reducirá la demanda de productos argentinos y eso impacta en la industria argentina, fundamentalmente en el sector automotriz. No obstante son variables que el sector productivo local ya evaluaba”, sostuvo.
Para Sica, “lo que sucede en el Brasil es que se diluye el programa de ajuste encarado por el gobierno del Planalto, y su salida de la recesión va a ser más lenta. Recién podremos ver una recuperación a partir del segundo semestre del año próximo y recién a partir de ese momento, se verá un impacto positivo en nuestro país”.
Los números del comercio bilateral reflejan que “en el primer semestre, el intercambio acumuló una caída del 16,7%, alcanzando los U$S 12.033 millones. La contracción surge como resultado de una caída tanto de las importaciones desde Brasil (-12,7%) como de las ventas hacia el socio (-21%). El déficit acumulado es de U$S 923 millones, cifra que representa un crecimiento fuerte del mismo si se compara con los U$S 383 millones del primer semestre del año anterior”.
Sica reiteró que la devaluación del real “aumenta la brecha competitiva entre los productos argentinos y los brasileños, y eso podría afectar al entramado local”.
El economista sostuvo que el país vecino está atravesando cuatro crisis: económica, política, por la corrupción (por el caso Petrobrás) y una hídrica, que afecta fundamentalmente a San Pablo. “Estas cuatro crisis se retroalimentan y potencian, y obligan al gobierno a revisar sus metas de ingresos y gastos” para exhibir cuentas ordenadas, acceder al financiamiento y preservar sus calificaciones de riesgo.
Sica destacó además que “el gobierno de Dilma Rousseff no logra un aval político a su programa de ajuste por la resistencia que encuentra en la Legislatura, producto de la seria situación que atraviesa la alianza gobernante y el rechazo de los partidos de oposición”.