Una historia sobre la precariedad de las reglas en las instituciones argentinas Una madre separada de su hija con síndrome de Down, que debió padecer la humillación de sus superiores.
«Se equivocó de carrera por tener una hija discapacitada con síndrome de down», le dijo Arnaldo Sroka, jefe de la Policía Bonaerense a oficial subayudante Daiana Rodríguez que pedía por favor no ser trasladada lejos de su hija enferma para poder asistirla.
La oficial subayudante Daiana Rodríguez y su hija Soraya fueron víctimas de la indiferencia y la crueldad de un sistema en el que la jerarquía termina convirtiendo a un superior en dueño de la vida y el destino de sus subalternos.
Rodríguez trabajaba en el partido de San Martín, pero al volver a sus tareas luego de una corta, se encontró con la sorpresa de que la habían trasladado al distrito de Tres de Febrero, por lo que se vio obligada a decirle a los jefes Departamentales que no podía alejarse mucho de su casa, ya que el nuevo destino le demandaban dos horas de viaje de ida y dos de vuelta y su pequeña hija Soraya tenía que estar relativamente cerca de su mamá, ya que presenta problemas de salud, entre ellos respiratorios y cardíacos. Sin embargo, a los jefes de San Martín nada les importó y llegó el traslado.
Al llegar a Tres de Febrero, se decidió a presentar un escrito para pedir que la trasladaran a una zona cercana a su casa, pero el segundo jefe de la Departamental Tres de Febrero, subcomisario Arnaldo Sroka le respondió: «Se equivocó de carrera por tener una hija discapacitada con síndrome de down», no le aceptó el escrito pidiendo el traslado y como si semejante destrato no fuese ya humillación suficiente… la sancionó.
El caso no solo despertó la indignación de sus camaradas sino que llegó a oídos de las máximas autoridades de la fuerza, quienes en las últimas horas citaron formalmente a Rodriguez para analizar su situación de revista y buscar una solución a la enojosa cuestión.
Sin embargo lo ocurrido debería servir para que de una vez por todas se reglamentase de manera tal que el personal afectado por cuestiones familiares de tal gravedad pudiese contar con la tranquilidad de sentirse respaldado y no discriminado por su propia fuerza.

La citación enviada por las autoridades policiales apenas enteradas de lo ocurrido
Mientras se multiplican los casos en los que por razones de amistad o otros intereses personales los jefes solicitan que determinado agente se mantenga en un destino, lo ocurrido en esta ocasión pone en evidencia que el abuso y el capricho siguen estando al orden del día en La Bonaerense.
Habrá que esperar cual es la resolución de la Jefatura y sobre todo que pasos se dan para evitar la reiteración. La solidaridad entre camaradas pone a la fuerza en un estado deliberativo -del que las redes sociales son eco suficiente- que sirve para defender al agraviado pero que no supone una situación ideal para el conjunto.
Párrafo aparte para el subcomisario Sroka quien debería ser duramente sancionado por la salvaje actitud asumida con su subordinada. Daría la sensación de que nunca tuvo muy en claro aquello del «espíritu de cuerpo» y mucho menos el verdadero alcance de los derechos humanos.
Habrá novedades en las próximas horas.