La juventud en retirada que ni el kirchnerismo ni la oposición ven

Redacción – Las fuerzas políticas  suelen definir como juventud a aquel sector de la premadurez que no representa ni interpreta a los verdaderos jóvenes. Y así se yerran todos los diagnósticos.

Ni Máximo ni La Cámpora representan a la juventud, y no solo por que su edad los convierte más que en cuarentones con retraso emocional, aferrados a fanatismos y consignas que suelen ser propios de la adolescencia, sino porque en sus torvos espíritus ya arrecian los empujones de la ambición, del poder sobre los principios y del dinero.

Hoy Luana Volnovich pierde más tiempo en elegir lugar de vacaciones y modelito para lucir que en asegurar una licitación adecuada de insumos que mejoren la calidad de vida de los afiliados del PAMI.

Y Fernanda Raverta firma con menos estudio una resolución que desvía miles de millones de los jubilados y que a ella le asegura -o piensa que le asegura- mayor poder político. Pero se rodea de militantes pagos, también cuarentones y depredadores d cargos públicos que les garanticen más ingreso que esfuerzo militante.

Cuidado… desde la vereda de enfrente nada cambia demasiado: la blanca barba de Emiliano Giri -travestido como para una puesta magistral de «El Mercader de Venecia»– lejos de dar una imagen juvenil y más bien refiere a alguien acostumbrado a arrimar sus marcas comerciales a los negocios del poder.

Lo que en  los 70 se conseguía vía secuestros hoy se alcanza por los negocios. El socio ciego -el que pone la plata- es siempre el mismo: el estado.

Mientras tanto basta parar la oreja para entender el ruidoso desprecio de la generación que oscila ntre los veinte y los treinta añños hacia partidos, ideas y dirigentes; todas son críticas y todo es desánimo hacia lo que viene-

Cristina y Macri se llevan el podio, los sindicalistas y referentes sociales no están muy lejos, La Cámpora es para los pibes poco menos que una asociación ilícita, diputados y senadores representan un nueva figura en el Código Penal.

Pero ese rechazo alcanza a todas las jerarquías e instituciones; para ellos un cura villero es buenos, porque está con la gente, codo a codo mientras que el de una parroquia del centro es seguramente un pedófilo y un obispo, cardenal o el mismo Francisco llegan a la categoría de cómplices y encubridores de un verdadero escándalo.

Porque en la Argentina el poder es la mugre…

Y al mismo tiempo los chicos se organizan para estudiar, para sostenerse, para avanzar…y generalmente para ir a ofrecer sus talentos allí donde serán reconocidos, Y en condiciones que les permitirán armarse una vida que tenga, además, un futuro.

Mientras aquí «los pibes para la liberación» y los empresarios que pretenden estirar sus patéticas juventudes recordando que esas rodillas calamitosas alguna vez corrieron tras una pelota de rugby en tiempos en los que acumular no era una ideología, siguen sumando riquezas, poder, cajas y cargos que fundirán a la Argentina y comprarán para ellos fortunas que amarán y desprestigio que ignorarán.

Sin olvidar a los millones de chicos que crecen en la pobreza, la marginalidad y la ausencia absoluta del futuro y que algún día -cada vez más cercano- irán a pedir cuenta  a «la nueva oligarquía» acerca de lo que hicieron con el capital común destinado a dar un modelo de inclusión a los argentinos,

Pero los cuarentones adolescentes están demasiado ocupados para darse cuenta.

Que Dios se apiade entonces de ellos—