La Mar del Plata que debemos pensar para el futuro

Por Horacio Tettamanti (*)No hay duda, nuestra Ciudad no puede ser pensada sin tener en cuenta su cultura de trabajo originaria, es decir la fuerza de su identidad inmigrante.

Ing. Horacio Tettamanti

Tiempos de pandemias

Tiempos de dificultades

Tiempos donde el futuro se desvanece.

No hay duda, nuestra Ciudad no puede ser pensada sin tener en cuenta su cultura de trabajo originaria, es decir la fuerza de su identidad inmigrante.

Anidan en nuestra memoria colectiva los viejos oficios traídos por nuestros mayores desde distantes terruños europeos.

Se instala una comunidad productiva que creció a la luz del espíritu del acero, de la madera la tierra, la pesca y la lana.

Es bueno recordar que estamos ante un pedazo de tierra y de mar bendecidos.

Un milagro geológico en el corazón de la pampa que nos ofrece la riqueza de sus piedras y minerales, una tierra fértil que nos entrega generosamente sus frutos: frutillas, kiwis, papa, soja, trigo, mieles y carnes.

Un mar que nos invita a la navegación y la pesca.

Ciudad de cinco universidades donde ciencia y saberes se entremezclan en una juventud culta y trabajadora crecida al amparo de la cátedra.

Ciudad que exhibe una conducta de responsabilidad y ahorro que nutre las finanzas nacionales en lugar de consumirlas aportando sus saldos exportables a una económica nacional estructuralmente deficitaria.

Una ciudad provista de recursos logísticos y energéticos como ninguna: puerto, rieles, aviones y rutas nutren su economía y su oferta energética cubre sus expectativas presentes y futuras!

Una ciudad donde trabajo y capital dirimen su dialéctica al amparo de una cultura de diálogo con capacidad de coleccionar conceptos compartidos y de construir consensos virtuosos entre sindicatos y empresas.

Una ciudad con una dirigencia gremial que sin lugar a duda fue y es referente nacional generando condiciones favorables y agregando valor a la comunidad productiva.

Una ciudad que, si la patria fuera la niñez, nos proclamaría marplatenses a todos los Argentinos!

Nuestra querida ciudad se encuentra inmersa en un país y un mundo sorprendidos por una calamidad inimaginable y se debate ante la disyuntiva del momento actual: reclamar o producir. Si bien es cierto que existen dificultades y obstáculos pero, es bueno decirlo, ninguno insuperable, siempre que mantengamos la capacidad de sostener los programas y proyectos en curso.

En este contexto es donde debemos construir nuestro contrato comunitario para transitar esta instancia, pero fundamentalmente para diseñar el día después que inexorablemente llegará cuando este extraño pasajero viral pase a ser finalmente una nueva página de la historia .

Es necesario arrogar todos los derechos que como comunidad argentina nos asisten pero a la vez transitar el camino interior que nos permita visualizar todas las oportunidades que disponemos para hacer nuevamente de Mar del Plata y Batan la tierra de progreso que forma parte de nuestra historia .

A todos aquellos a quienes las circunstancias nos colocaron en lugares de vanguardia para conducir aquella otra pandemia económica que asoló a la Argentina en general y a Mar del Plata y Batan en particular, durante aquel aciago 2008, lo sabemos bien porque estos conceptos nos permitieron superar aquella instancia de crisis.

Fue entonces y será ahora que nuestra brújula nos indica echar una mirada al sur, a Batan y redescubrir en los surcos de las manos de sus ladrilleros nuestra hoja de ruta del trabajo, echar una mirada a nuestro parque industrial convertido en una de las unidades productivas más importante del país con su capacidad fabril donde trabajo e ingeniería se conjugan para exportar sus productos a los cinco continentes.

Echar una mirada al oeste donde sus campos producen alimentos para millones de personas.

Y finalmente echar una mirada a la Mar del Plata azul, la de su mar, su pesca y su industria naval que en su puerto, el más importante de Sudamérica, se expresa su máximo potencial.

Esta desgraciada situación actual seguramente concluirá más temprano que tarde y nos obligará a ponernos en marcha nuevamente.

No podemos olvidar que tenemos la tierra, tenemos el mar, tenemos una comunidad de trabajadores y dirigentes gremiales a la altura de las circunstancias, tenemos el capital, tenemos las técnicas y las ciencias necesarias y fundamentalmente tenemos una comunidad crecida a la sombra del trabajo.

Demandemos lo que haya que demandar que por derecho propio nos corresponde, pero que el reclamo no nuble ni enceguezca nuestra enorme capacidad productiva. Si logramos centrar todos los esfuerzos en recuperar nuestra producción de bienes y servicios, un futuro promisorio y benévolo estará aguardando a cada uno de nuestros hermanos.

Tenemos todo lo necesario para ser líderes en la oferta de aquello que nuestro país y el mundo demandarán, que nada ni nadie nos detenga!

(*) – Ex secretario de desarrollo productivo de General Pueyrredón