Por Adrián Freijo – Allí donde La Cámpora habilitó en las PASO la participación de sectores que se le oponían, cosechó triunfos. ¿Porqué Raverta las prohíbe en la ciudad y sigue sumando derrotas?.
Si algo ha dejado como lección al kirchnerismo la elección del domingo es el hecho de que dejar el armado de sus listas al capricho único de La Cámpora ha dejado de ser un buen negocio; si es que alguna vez lo fue.
En aquellos distritos en los que la fuerza orientada por Máximo Kirchner clausuró toda posibilidad de debate interno los resultados electorales fueron ciertamente desastrosos. Los candidatos impuestos por la férrea conducción del hijo de la ex presidente fueron todos derrotados, aún en distritos en los que el peronismo solía hacer la pata ancha.
Así ocurrió con dos derrotas importantes en los distritos de Quilmes y Mercedes donde figuras referenciadas con la cúpula de la organización kirchenrista sufrieron impactantes derrotas que además tuvieron fuerte incidencia en el global de la provincia.
Sin embargo, en los distritos donde hubo internas y compitieron precandidatos de la propia organización ocurrió que en todos los casos pudieron imponerse frente a otras expresiones peronistas.
¿Tenía sentido entonces evitar una contienda democrática que además hubiese servido para que el peronismo no kirchnerista, enfurecido por la quita de su derecho a competir, terminase alimentan opciones opositoras?. ¿Cabe alguna duda de la gran cantidad de votos peronistas que se trasladaron hacia la opción Cambiemos, Randazzo y opciones menores, odiados por el autoritarismo excluyente de La Cámpora y sus popes?.
En Lanús la organización que se adueñó del peronismo logró ganar contra el funcionario de gabinete de Alberto, Agustín Balladares y el titular del Instituto de Loterías y Casinos de la provincia, Omar Galdurralde, que terminó ubicándose en el tercer lugar de la interna.
En General Villegas también hubo internas a concejales dentro del Frente de Todos y terminó imponiéndose Sol Fernández, de La Cámpora.
En Vicente López también ganó el precandidato de La Cámpora. Y así en muchos distritos menores de la populosa provincia de Buenos Aires.
Sin embargo el saldo general fue negativo para La Cámpora por la necedad de muchos de sus referentes a la hora de habilitar las PASO en sus distritos. Y el caso de Fernanda Raverta en Mar del Plata puede considerarse emblemático.
Si la dirigente marplatense maneja la inagotable caja de la ANSES como lo hace con el capital político que se puso en sus manos, el peronismo está en problemas. Desde que se autodefinió como «la referente del kirchnerismo en la ciudad» lo único que ha cosechado son derrotas y, lo que en el tiempo puede ser un mal mayor, un constante sangrado de peronistas desencantados con su conducción soberbia, delegada en su ausencia en personas sin historia, sin tacto y sin siquiera un espasmo de inteligencia y que por añadidura desconocen los principios, las bases, la historia y los íconos del peronismo.
¿Para qué aprender la historia de José Rucci, por el que Perón derramó lágrimas de dolor y al que definió como «el hijo que no tuve», si es más marketinero abrazarse a la figura del Che Guevara, del que el fundador del movimiento al que dicen pertenecer dijo que era «un botarate con mucho entusiasmo pero sin ideas ni talento alguno»?.
¿Alguien le contó a Raverta y sus muchachos que los últimos momentos de lucidez de Perón estuvieron destinados a firmar la cesantía de Héctor Cámpora como embajador mientras decía, ante testigos indubitables como Pedro Cossio y el propio Jorge Taiana -padre del hoy amnésico ministro de Defensa- «que asco», para referirse al principal referente de esta camada de iluminados que creen entender a la sociedad y al peronismo?.
Fernanda Raverta se negó a habilitar internas en el distrito. Sin argumentos ni sostén legal alguno borró de un plumazo la lista que encabezaba «Manino» Iriart como dos años antes lo había hecho con la posibilidad de confrontar con Gustavo Pulti o proscribía la lista presentada por Horacio Tettamanti sin argumento válido alguno.. Y el resultado siempre fue el mismo: una derrota inapelable que, al día siguiente, es cubierta del lloriqueo de los que tardíamente comprenden el valor de no caer en la tentación de imponerse con malas prácticas.
Y como ocurrió en los distritos en los que La Cámpora no habilitó contiendas internas en las PASO, la derrota fue una vez más el resultado de las estrategias ravertianas.
Claro que su marido se ha asegurado una senaduría, ella continuará manejando el dinero de los jubilados y sus muchachos y muchachas continuarán calentando las bancas del Concejo, jugando a los chicos malos y abonando una nueva derrota con su eterna capacidad para caminar en sentido contrario a la sociedad.
Como ha ocurrido en el peronismo lugareño desde el retorno de la democracia, los «clanes» que juegan al perder para ganar siguen marcando el paso de un partido que si se ajustara a sus definiciones e ideas históricas y asumiera con humildad la necesidad de tomar el tono marplatense para comunicarse con la gente podría revertir esta larga historia de fracasos.
Pero no hay caso, todos los que durante cuatro décadas se hicieron de su conducción cayeron en la tentación de apropiarse del peronismo para salvar a parejas, amigos y familiares.
Y Fernanda Raverta, en su necedad tan cerril como inexplicable, ha demostrado ser heredera de todos esos vicios y limitaciones.
El resultado está a la vista…