Todo era ilusión: los anuncios que hablaban del apoyo mundial a la reestructuración de la deuda quedan en evidencia como una gran mentira. Nadie acepta acordar con alguien que no tiene rumbo.
El Departamento del Tesoro de Estados Unidos le planteó al ministro Martín Guzmán que la Argentina necesita “un marco de política económica sólido que ofrezca una visión de crecimiento del empleo en el sector privado» y que solo en ese caso «contaría con el apoyo de Estados Unidos y de la comunidad internacional” para avanzar en la reestructuración de la deuda.
Así lo informó el organismo que conduce Janet Yellen, al detallar que “ayer, el Subsecretario del Tesoro, Wally Adeyemo, dialogó con el Ministro de Economía argentino, Martín Guzmán”; algo que causó especial sorpresa ya que desde la oficina de éste último nada se informó acerca de este contacto y mucho menos del contenido intimatorio que tuvo.
Y para que no queden dudas acerca del lugar en el que se encuentra realmente parado el gobierno argentino, la propia Yellen incluyó en el comunicado del Departamento del Tesoro que el ultimátum fue hecho tras consultas del organismo con el Club de París.
Tanto en Europa como en Washington le aclararon a Guzmán que necesita un aval del Fondo para renegociar con el Club mejores condiciones financieras en términos de plazo y tasa de interés en relación al acuerdo al que llegó el entonces ministro Axel Kicillof en 2014, quien por no haber permitido que Argentina tenga la revisión del artículo IV del FMI, tuvo que aceptar términos que ahora termina sufriendo el gobierno de Alberto Fernández.
Pero lo que agrava considerablemente la posición de nuestro país se emparenta con algunas decisiones de política internacional que parecen una provocación a occidente y sobre todo a Estados Unidos que, en lo realmente sustancial que es el pago de la deuda y las consecuencias que para los años venideros tendrá que el acuerdo final sea bueno o malo para la evolución de nuestra economía, es hoy el gran elector a la hora de subir o bajar el pulgar a las pretensiones argentinas. Lo que puede gustar o no…pero es la realidad convertida, más que nunca, en la única verdad.
Vaya si lo percibió por estas horas Sergio Massa, de gira por los EEUU. Fuentes de Washington citan el incómodo momento que el presidente de la Cámara de Diputados argentina vivió cuando varios congresistas estadounidenses le preguntaron sobre la posición de Argentina con respecto a Israel en las Naciones Unidas, luego de que votara a favor de investigar las acciones israelíes en Gaza durante el reciente conflicto.
No son pocos los observadores de la política norteamericana que sostienen que la reticencia del gobierno de Biden a ayudar a nuestro país en la negociación con el FMI se acentuó a partir de aquella posición -sorprendente para la administración norteamericana que apenas 24 hs antes del voto en la ONU había recibido de boca del canciller Felipe Solá la seguridad de que acompañaría la posición de la mayoría de los países condenando al terrorismo- y terminó de plasmarse con e acompañamiento, a partir de la abstención, que Alberto Fernández asumiese en las últimas horas con respecto a la dictadura de Daniel Ortega en Nicaragua.
Un cóctel indigerible de falta de definiciones económicas, ausencia de un plan antiinflacionario, desaliento a la inversión privada y toma de posiciones teñidas por la ideología y cada vez más lejanas de los intereses verdaderos del país.
Un relato insostenible y que, ahora queda claro, nadie cree ni acompaña en el mundo.