Las ideas si se matan

Es verdad que a veces nos asusta la pobreza del lenguaje en uso por estos tiempos. Pero seguramente detenernos con más atención en la pobreza de ideas, temas e intereses.

¿Qué importancia tiene la mayor riqueza posible en el lenguaje cuando nada se tiene para decir?, ¿qué valor tiene la palabra cuando no la representa contenido alguno?.

Es verdad que la escasa cantidad de términos con los que nuestros jóvenes se comunican -y que además se esfuerzan en sintetizar y unificar cacofónicamente (c/q y k han quedado subsumidas en esta última)- son síntomas de un empobrecimiento idiomático que sin embargo será tal si lo comparamos con la riqueza de la lengua castellana tal cual la entendíamos hasta ayer nomás.

Pero también en los 40 y 50 los puristas de entonces advertían acerca del avance del lunfardo sobre el territorio de la lengua de Cervantes y se escandalizaban porque hombres como Borges, Arlt o el mismísimo Lugones incorporaran esos «barbarismos» en sus cuentos y narraciones.

Y no es menos cierto que si el destino de los defensores de la tradición idiomática fuese siempre el triunfo...hoy deberíamos estar hablando como lo hacían los primeros hombres que descubrieron como comunicarse en el planeta.

Lo que debe preocupar, y mucho, es la chatura de los temas de conversación que es la que marca el nivel de las preocupaciones humanas.

Nadie pide volver a los tiempos en los que el faro cultural lo encendían quienes se tomaban el trabajo de cultivarse. Se acabó la era de los maestros y mucho más la de los paradigmas que estos introducían en el interés general. La invasión de medios masivos y la explosión de internet como forma de comunicación y conocimiento hacen que todo sea de aquí en adelante algo distinto e imposible de comparar con lo que se fue.

Pero algín camino tendremos que encontrar para poder, desde esta nueva forma de comunicación humana, movilizar a los que vienen en la apasionante tarea de hablar bien y pensar mejor.

Aunque a los que ya estamos pasando ese lenguaje no nos guste y esas ideas nos parezcan inútiles. Total…lo mismo pensábamos de quienes nos precedieron.