Por Adrián Freijo – En menos de 24 hs el gobierno nacional incurrió en graves faltas a la verdad. Se refieren a dos temas candentes como el resultado de las pruebas educativas y los viajes financiados.
Los datos del Estudio Regional Comparativo y Explicativo (ERCE) son realmente alarmantes. En la primera edición de la prueba (2006), Argentina quedó por encima del promedio en las cuatro áreas que se midieron por entonces. En 2013, ya se observaba una caída en el rendimiento comparado a la región. Ahora los chicos argentinos muestran peores resultados que sus pares en matemática, lengua y ciencias naturales.
La portavoz de Gobierno Gabriela Cerruti manifestó que las pruebas arrojan la situación de la educación durante la gestión de Mauricio Macri. “Nos parece importante sacar conclusiones de esta prueba, y es que cuando uno desinvierte en educación tiene consecuencias reales en los resultados”, afirmó.
Y al sostenerlo así la encargada de transmitir la opinión del gobierno incurre en una voluntaria tergiversación de los hechos: la decadencia de la educación argentina, que es verdad no se revirtió en el período 2015-2019, comenzó a ser imparable durante los años del gobierno kirchnerista, especialmente en el proceso encabezado por Cristina Fernández de Kirchner entre 2007 y 2015 tiempo en el que los resultados ya fueron desastrosos.
Una verdad a medias siempre esconde una mentira. Y la que lanza ahora la vocera de Alberto Fernández es de tal magnitud que no puede ocultar la parte más dramática de la realidad; para los gobiernos argentinos, sin importar su color político, la educación ha dejado hace mucho de ser una prioridad.
La otra falacia se refiere a la prohibición de financiar viajes y gastos en el exterior con tarjetas de crédito.
El Gobierno ratificó la prohibición del financiamiento y defendió la medida al considerarla “un subsidio para un sector de la población que no lo requiere”. Como si algo tuviese que ver en lo que, aquí y en cualquier parte del mundo, es una relación entre particulares.
Las tarjetas de crédito son emitidas por los bancos, nacionales y extranjeros, y son ellos los que financian a sus clientes en las condiciones que ofrecen y que estos aceptan.
En ello nada tiene que ver el estado -que además cobra un 30% del disparatado Impuesto País y se hace durante un año de otro 35% como adelanto del Impuesto a las Ganancias aún a aquellos que puedan cerrar su ejercicio con quebranto, nada raro en la economía argentina de hoy- que parece querer esconder tras la mentira la única realidad que lo lleva a tomar una decisión que roza la violación de los derechos constitucionales de propiedad privada y libertad de tránsito: las malas políticas públicas, los cepos y restricciones resueltos espasmódicamente y sin sentido alguno, llevaron a BCRA a quedarse sin reservas lo que, sumado a la falta de crédito internacional por la desconfianza de los mercados en el rumbo de nuestra economía, han puesto a la Argentina al borde de la iliquidez total.
Solo a un distraído o a un desinformado le cabe entonces una justificación que por lo absurda bordea el terreno del ridículo.
Dos mentiras, o verdades a medias, que analizadas en profundidad dejan en evidencia la falta de rumbo de nuestros gobernantes y los peligros de una administración improvisada, ineficiente y siempre al borde de la mala praxis.
Lo que, a juzgar por los datos electorales y los índices de la economía, de poco le sirve para convencer a la sociedad…