Las organizadoras del Encuentro Nacional de Mujeres buscan despegarse de los daños en la Catedral, pero omiten que durante la marcha se produjeron ataques a espacios públicos y privados.
Irma Susanich, integrante de la Comisión Organizadora del 30º Encuentro Nacional de Mujeres en Mar del Plata, aclaró en Radio Brisas que no formaron parte de los incidentes y acusó a un grupo de gente ajena a ellas que viene de hace años causando daños porque está en contra de la iglesia. “Sentimos un poco de dolor al ver que se opaca todo lo bueno del encuentro por un grupo que no tiene nada que ver con este encuentro que va a hacer pintadas a la iglesias desde el 2002 y cada vez crece esa agresión”, aseveró y remarcó que “repudiamos la violencia en todas sus formas”.
Pero ¿no es violencia acaso estropear frentes de edificios particulares o hacerlo con los espacios públicos?. ¿Olvidan las organizadoras que a lo largo del recorrido de la marcha se agredieron centenares de viviendas, negocios y reparticiones con graffitis agraviantes de variado pelaje?. Y eso no tuvo nada que ver con lo ocurrido en el templo principal de la ciudad.
Del encuentro desatacó que “participaron 65 mil personas. Nosotros armamos una marcha totalmente distanciada de la Catedral y la Municipalidad. Fueron 25 cuadras sin pintadas ni nada y terminamos contando el Himno Nacional” sostuvo en lo que es una flagrante falta a la verdad.
Susanich desligó al encuentro de los incidentes ocurrido frente a la Catedral y explicó que fue un grupo ajeno a ellas las que originaron todo. “Ellas no están de acuerdo con el encuentro. Están nucleadas por una ideología y un partido político. Este grupo año a año comente incidentes, está totalmente en contra de la iglesia y viene exclusivamente a pelearse con la iglesia”.
Con esto que pasó manifestó que “sentimos mucho dolor porque trabajamos durante todo el año para recibir un número tan grande de mujeres y llegamos a ser 65 mil”.
Tal vez la experiencia sirva para que el año próximo presten más atención a estos aspectos de la organización ya que, más allá de las palabras y las intenciones exculpatorias, la ciudad quedó enchastrada de groserías y ahora todos los contribuyentes deberán hacerse cargo de volver todo a su estado anterior.
Algo que seguramente no se merecen.