Las picardías que Kicillof y Raverta disparan contra Montenegro

Por Adrián FreijoEl gobernador no desaprovecha ocasión para insinuar que el intendente se equivoca en la táctica y no pocos ven la mano de la titular de la ANSES detrás de esa actitud.

«Él me pidió hacer la prueba piloto y la verdad es que lo que ví no me gustó para nada» sostuvo Axel Kicillof en una entrevista en América TV. «Voy a hablar ahora con el intendente; pero así no va» cerró.

El propio Guillermo Montenegro había deslizado en su última conferencia de prensa alguna frialdad en la respuesta recibida desde La Plata cuando el sábado conversó con el gobernador -ya lo había hecho con el presidente- para comentarle los resultados del primer día de apertura de negocios en la ciudad. Aún no se había producido el desmadre del domingo y todo parecía indicar que las cosas estaban funcionando como se esperaba.

Parece que el ex ministro y actual mandatario provincial es mucho más explícito en la crítica que en el elogio…

¿Cuánto hay de cierto en que la prueba fue a instancias y por inspiración del jefe comunal?. Solo una parte de lo que realmente ocurrió.

El tema se había hablado entre Alberto Fernández y Kicillof y ambos coincidieron en que Mar del Plata era un buen distrito ara el testeo. Es cierto que Montenegro venía insistiendo en algún grado de apertura que aflojase la creciente presión de los sectores comerciales afectados, pero no lo es que la idea haya sido personal, que no lo hubiese consultado con nadie y que la responsabilidad de provincia y nación sea solo la de ceder a su insistencia.

Fue una decisión consensuada que surgió de la necesidad común de saber como estaban las cosas.

Y mientras desde presidencia se apoyó, y hasta se felicitó, lo realizado en la ciudad la actitud desde la gobernación fue totalmente diferente: frialdad primero y abierta crítica después.

En el medio -dicen fuentes bien informadas desde la ciudad de las diagonales- la decisión conversada el domingo a la tarde entre el mandatario y Fernanda Raverta de explotar el descontento de la gente por el desbande de la calle Güemes, y algunos otros puntos de la ciudad, para criticar y desgastar a un Montenegro al que la crisis venía fortaleciendo frente a la opinión pública. 

La presencia de la funcionaria el sábado visitando junto al ministro de Obras Públicas de la Nación, Gabriel Katopodis las obras del hospital modular que se está levantando en los terrenos del HIGA, en compañía del propio intendente, había sido un claro intento de conseguir protagonismo frente a ese fortalecimiento, aunque desde su nuevo cargo nada tenga que ver con el tema del que se trataba. La centralidad de su participación indica que la decisión de instalarla como jefa política local continúa a toda marcha.

El traspié del día siguiente, con miles de personas paseando por la calle, le dieron espacio para consolidar la imagen buscada: su eficiencia y compromiso frente a la improvisación del gobierno local.

Para ello cuenta con la fuerte colaboración de Kicillof y el silencio tibio de Alberto. Y a veces, claro está, con el propio Montenegro que se debate entre sus necesidades financieras y las zancadillas que percibe le cruzan a su paso…

Y algún grado de ingenuidad y parálisis política que, aún en tiempos de pandemia, siguen siendo pecados originales en el mundo del poder. Y que al hombre mucho le cuesta resolver…