Redacción –Pidió lista única en general Pueyrredón, pero quieren quedar pegados a la gestión de Arroyo. Los radicales solo aceptarán si tres de ellos ocupan los primeros cinco lugares.
María Eugenia Vidal se lamenta por estas horas de no haber seguido adelante con aquella decisión suya que en noviembre ponía a Carlos Arroyo fuera de la municipalidad. Sus colaboradores más cercanos la convencieron de lo que veían como una crisis institucional que no favorecía la imagen del gobierno y la instaron a intentar lo imposible: poner en caja a singular personaje.
Fue inútil; Arroyo no está dispuesto a ceder en su convicción de que él y solo él sabe que es lo que hay que hacer. Y no solo no aceptó consejo alguno sino que siguió adelante en su constante ninguneo a la gobernadora, al presidente y a sus propios aliados.
Abril marcó el punto de inflexión. Cansados del desgaste permanente, los radicales marplatenses comenzaron a agitar la bandera de la rebelión y se volvieron los críticos más ácidos de la gestión del intendente, amenazando con hacer rancho aparte y vaciar de contenido a todo su gobierno.
A sabiendas del peso que tienen dentro de la frágil coalición, los boina blanca pusieron la vara tan alta como para que nadie pudiese alcanzarla: «la lista de agosto la encabeza Vilma y otros dos radicales deben estar en los cinco primeros lugares». ¿Y el arroyismo?, ¿y el PRO?, ¿y las aspiraciones del recién llegado Fiorini?».
Faltan pocas horas para el cierre y todo indica que hay por lo menos 12 postulantes para ese primer quinteto en el que todos desean estar. Imposible conformar a todos; y más difícil aún cuando es claro que Cambiemos no tiene en Mar del Plata un liderazgo definido. Antes bien, Carlos Arroyo representa todo lo contrario a un dirigente capaz de aglutinar en su entorno a tanto postulante sin que al hacerlo genere un nuevo escándalo.
Vidal quiere la unidad, pero sabe que no podrá imponerla por la fuerza. Y sabe también que otro escándalo en un distrito de la importancia de General Pueyrredón puede poner en tela de juicio su propia conducción política.
¿Qué hará?, solo ella lo sabe. O tal vez ni ella conoce el camino para torcer la omnipotencia de Arroyo y comenzar, con un año y medio de demora, a hacer política en donde hasta ahora reina el disparate.
Y tal vez ya sea tarde…