Lejos del sueño de ganar en primera vuelta, lleno de peleas internas, jaqueado por una tensión económica que exige esfuerzos permanentes, el desafío para el gobierno es ahora llegar a octubre.
Las sonrisas para la foto dejan paso al rictus de preocupación apenas se apagan las luces. En torno a Cristina todos saben que cualquiera sea el resultado de las PASO la situación hasta octubre exigirá un esfuerzo sobrehumano si se quiere llegar con la situación controlada.
Temen un escenario que el domingo pueda dejar una imagen de derrota, porque saben que si ello pasara las tensiones económicas estarán el lunes al orden del día.
En cualquier sociedad estable en la que más del 40% de la gente reclamase un cambio, un triunfo de la oposición serviría para calmar las aguas y abrir una ruta de esperanza. No en la Argentina…
En nuestro país todo es ficción: los números, las palabras, las imágenes, las alianzas. Todo.
Y ese escenario «dibujado» tiende a estallar cuando los colores se difuman o pierden claridad. Ese es el gran temor en el gobierno, sabedor de la reticencia que podrían llegar a tener a partir de una sensación de fin de ciclo todos aquellos que hasta ahora mostraban una prudente «distracción».
Jueces, banqueros, empresarios, gremialistas, medios,toda esa variopinta fauna de actores que suelen mirar con los ojos que mejor le caben al poder…mientras es poder. En la Rosada temen que de golpe recuperen la lucidez y salgan a cobrarse tantos años de maltrato oficial.
Todos los amigos externos pasan por graves problemas y hoy Venezuela, Brasil o la China tienen secas las pilas de sus timbres que solíamos apretar.
Difícil llegar a octubre si la gente percibe que se acerca el final.
No van a alcanzar las frases estudiadas de Scioli, ni las cadenas de Cristina ni la caricatura de 6,7,8.
Y tal vez los gobernantes en retirada se vean obligados a recordar aquella aristotélica frase que bien supo plagiar en el momento justo el propio Juan Domingo Perón: «la única verdad es la realidad».
A lo que podríamos agregar que esa realidad suele ser más dura cuando se la ha pretendido ignorar durante tanto tiempo.