LO ANORMAL AL PODER

Nos hemos acostumbrado tanto a la emergencia que hoy no existe un argentino que no la confunda con la normalidad. La decisión política de la ex presidente es parte de ese escenario tragicómico.

Vivimos de emergencia en emergencia, hemos transcurrido el último siglo dependiendo de liderazgos personales y atados a los avatares de quien los encarnaban. La bacinilla voladora de Hipólito Yrigoyen -que tapó el drama de un presidente honesto y enfocado en cambiar las reglas de juego de un país en manos de las minorías- o el cáncer de Evita, fueron preludio del exilio de Perón rodeado de leyendas y personajes, los amoríos presidenciales, el humor como determinante de la realidad, las denuncias como forma de desgastar figuras, la corrupción ficticia utilizada como instrumento para sembrar la duda sobre la real y tantas otras cuestiones de la república que fueron cediendo ante la aventura personal.

El resultado está a la vista…y es deplorable.

Escuchar hoy afirmar que «Alberto Fernández presidente representa lo que los peronistas esperamos para terminar con el gobierno de Macri» hace acordar a la cerrada adhesión del sector a la candidatura de Herminio Iglesias o la profesión de fe hacia el futuro que representaba Aníbal Fernández en la provincia de Buenos Aires. O lo que es más triste, el festejo por la privatización de Aerolíneas Argentinas y a las mismas caras celebrando su estatización apenas unos pocos años después, con un costo millonario en dólares y prestigio para la nación.

Por eso no puede sorprender lo que en cualquier país cultural y democráticamente desarrollado sería inadmisible: que un candidato a vicepresidente resuelva quien será el titular de la fórmula y lo anuncie sorpresiva y unilateralmente por tweeter.

A lo que podríamos agregarle algunas perlitas como la posibilidad de estar negociando impunidad frente al avance de un poder independiente como debería ser la justicia o espacios solapados de poder a espaldas del electorado.

Pero es la Argentina…un país que ha hecho de la anormalidad un hecho cotidiano. Así nos va…