Redacción – La ex presidente publicó una larga misiva en la que vuelve a atacar a los empresarios, los acreedores y a cualquier acuerdo que no sea bajo las reglas que ella cree debe imponer la Argentina.
La ex presidente Cristina Fernández de Kirchner volvió a utilizar el modo epistolar para conmover la realidad política nacional. En este caso para fijar opinión acerca de la negociación con el FMI y fijar lo que ella considera condiciones irrenunciables para acordar con los acreedores.
Claro que en ningún momento la vicepresidente analiza las consecuencias que para el país podría tener no lograr un final feliz para la cuestión que se negocia por estas horas y mucho menos plantea caminos alternativos a su dura posición frente al tema.
Estos son los tramos más destacados de la larga carta de Cristina:
El primer tramo de la larga misiva lleva el título Los silencios y las curiosidades y en él la figura más relevante de la coalición oficialistas sostiene que «hace ya varias semanas desde los medios de comunicación hegemónicos, los sectores del poder real en la Argentina y, crease o no -según pude leer en letra de molde-, también desde el Fondo Monetario Internacional (FMI) y los brokers de Wall Street, se especula con “el silencio de la vicepresidenta” y su posición respecto de un posible acuerdo con el FMI por los 57.000 millones de dólares que pidió el gobierno de Mauricio Macri en el año 2018, de los cuales se alcanzó a desembolsar en menos de un año, la bonita suma de 44.500 millones de dólares».
«Se preguntan “¿qué va a hacer Cristina respecto de esta cuestión?”. Sólo para reflejar el grado de confusión que se pretende instalar, elijo al azar uno de los titulares que se han publicado: “El FMI, la lapicera de Cristina Kirchner y la disputa que recrudece de Alberto Fernández con la vicepresidenta” dice.
«Sin embargo, la actitud más curiosa proviene de la coalición opositora que ha ganado, a nivel nacional, las elecciones parlamentarias celebradas el 14 de noviembre pasado. Declaraciones como “no vamos a decir nada del acuerdo con el FMI hasta que Cristina no opine” son moneda corriente en portales, programas de TV y redes sociales» sostiene.
Más adelante Cristina vuelve a fustigar a la oposición afirmando que «la política debe dejar de ser sólo un show para la televisión. A partir del 10 de diciembre de este año y por primera vez desde 1983, con el advenimiento de la democracia, el peronismo no tendrá quórum propio en la Cámara de Senadores de la Nación».
«Cuando se busca el voto popular en elecciones libres y sin proscripciones se debe ejercer la responsabilidad de esa representación. Más aún, cuando se han ganado las elecciones. ¿O para qué quieren las bancas? ¿Para cobrar la dieta? ¿O tal vez para viajar al exterior con pasajes gratis y viáticos en dólares? ¿Para posicionarse de cara al 2023?» se pregunta sardónicamente.
«Debo confesar que no me sorprende la irresponsabilidad política de la oposición. La historia de nuestro país está plagada de fuerzas políticas que llegaron al gobierno diciendo una cosa e hicieron exactamente lo contrario una vez que atravesaron la puerta de la Casa Rosada». concluye en la primera parte de la misiva.
En un segundo capítulo titulado Las leyes y las responsabilidades la titular del senado recuerda que a instancias del Poder Ejecutivo el 11 de noviembre del 2020 «se envió al Senado de la Nación el Proyecto de Ley de Fortalecimiento de la Sostenibilidad de la Deuda Pública. Excelente iniciativa que tuvo como objetivo principal evitar que pudiera repetirse en la historia argentina una experiencia similar a la del gobierno de Mauricio Macri, que nos endeudó en apenas un instante de forma extraordinaria, exorbitante e insostenible sin pasar por el Congreso de la Nación».
Al recordar la amplia mayoría conseguida en ambas cámaras reflexiona acerca de «que la totalidad de las fuerzas políticas de ambas coaliciones asumió la responsabilidad de decidir si se aprueba o no, lo que el Poder Ejecutivo negocie y acuerde con el FMI» en una primera señal de su parte comprometiendo al Congreso en la resolución de la cuestión, lo que bien puede tratarse de una forma de empujar el voto de la oposición que, al momento de concretarse un posible arreglo, tendrá el manejo de la Cámara Alta. Cristina piensa que, cumpliendo aquel compromiso, Juntos será corresponsable de cualquier costo político o social que el gobierno deba pagar.
Al recordar la creencia extendida sobre que «la lapicera no la tiene Cristina» se apresura a afirmar que «… siempre la tuvo, la tiene y la tendrá el Presidente de la Nación. Y no lo digo yo, lo dice la Constitución Nacional. Que a nadie lo engañen sobre quién decide las políticas en la Argentina» con lo que, además de descargar responsabilidades en la oposición en el párrafo anterior, ahora deja en claro que aquellos eventuales precios que deban pagarse serán por una decisión personal del presidente Alberto Fernández.
La única persona que nada tendrá que ver con el acuerdo y los ajustes exigidos por los acreedores…será ella misma.
Y para que no quede duda alguna acerca de a quien le cabrá el incómodo sayo que obligará a ordenar las cuentas, recuerda que «he sido legisladora nacional desde el año 1995 hasta el año 2007, cuando fui electa por primera vez como Presidenta de la República Argentina. Me tocó vivir como ciudadana, al igual que todos los argentinos y argentinas, momentos muy difíciles y como Senadora y Diputada nacional tener que votar en situaciones de gravedad institucional sin precedentes. Y siempre voté de acuerdo a mis ideas y convicciones, lo que no pocas veces me deparó algún que otro inconveniente. Hoy, como marca la Constitución y la ley 27.612, no es Cristina… son los y las 257 diputados y diputadas y 72 senadores y senadoras quienes tienen la responsabilidad legal, política e histórica de aprobar o no cómo se va a pagar y bajo qué condiciones la deuda más grande con el FMI de todo el mundo y de toda la historia».
En el tramo final de su misiva, recordando las palabras del Presidente de la Nación del pasado 9 de julio en la conmemoración de la Independencia en la Casa de Tucumán cuando afirmó que “todos los días peleo porque la Argentina se ponga de pie, y todos los días peleo contra los que quieren ver de adentro a la Argentina arrodillada. Y no paro, y sigo, y acordamos con los acreedores privados, estamos negociando con el Fondo. Y además me reclaman que arregle rápido…Nunca esperen de mí que firme algo que arruine la vida del pueblo argentino, nunca, nunca» rescata Cristina.
Para inmediatamente parafrasear a su compañero de fórmula cuando sostuvo que «si alguien espera que yo claudique ante los acreedores o que claudique ante un laboratorio, se equivoca. No lo voy a hacer. Antes me voy a mi casa, porque no tendría realmente cara para entrar en esa sala si hiciera algo semejante”.
En buen romance, la vicepresidente pone una frontera que de ser franqueada tiene un único destino: o Alberto Fernández llega a un acuerdo en los términos que para Cristina son los aceptables o deberá cumplir su palabra de irse a su casa. Así de sencillo y así de terminante.
Al menos hasta el nuevo capítulo de esta serie epistolar que podríamos bautizar «cartas a mi no amado».