LO QUE NO DEBE ALEGRARNOS

La salida de Victor Hugo Morales del aire de Continental, si es cierto que se debió a cuestiones ideológicas, no es algo que deba alegrarnos a quienes pensamos distinto al locutor uruguayo.

El valor a defender es la libertad de expresión, y mientras no entendamos que esto es así estaremos en serios problemas para construir una sociedad que garantice las libertades individuales y públicas de todos nosotros.

¿De qué nos sirve que Morales haya llevado a límites casi perversos su visión sesgada y mercenaria de la realidad si ahora esa es cambiada tan solo porque cambiaron los aires del país?.

Todos nosotros tenemos la libertad de escuchar o no a Victor Hugo o a cualquier referente de los medios de comunicación. Y esa libertad no necesita del tutelaje autoritario del gobierno que se fue ni mucho menos del que acaba de asumir en nombre de un cambio de costumbres que nos convierta en una sociedad más horizontal.

[Tweet «Nadie que ame en serio a la libertad puede festejar la salida de Victor Hugo Morales»]

Desde hace más de medio siglo somos un país de «los unos o los otros». Hugo del Carril o Libertad Lamarque, Atahualpa o los Chalchaleros, Rimoldi Fraga o Guaraní, y siempre así.

Si miles de argentinos quieren escuchar al uruguayo y regodearse con esa épica gastada y rimbombante que no atiende razones ni asume verdades, será responsabilidad de ellos hacerlo y nadie puede negarles el derecho.

Quienes hemos sufrido la censura, la persecución ideológica y hasta la violencia física acallada por el silencio de una prensa cómplice, no podemos menos que lamentar que una vez más los cambios políticos se resuelvan expulsando de los medios a quienes no piensan igual.

[Tweet «Alegrarse por el silencio de quien no piensa como nosotros es convertirse en lo que combatimos»]

Aunque no nos guste lo que digan, y aunque despreciemos su forma de negar lo obvio en defensa de sus intereses.

La sociedad argentina habrá madurado cuando con naturalidad deje de escuchar a cualquier fundamentalista que quiera manipularla. Será entonces porque ya no necesita tutores de su pensamiento.

Ni por izquierda, ni por derecha ni por ningún otro lado. Todos los tutelajes son la negación del hombre libre y tal vez el del pensamiento sea el más abyecto.

Y pensar así no es defender a Victor Hugo Morales ni a sus ideas. Es defender el derecho a pensar diferente y poder expresarlo.

Es defender la libertad…