LOS JUEGOS DEL PODER

Todos percibimos que los próximos meses van a ser dolorosamente determinantes en la Argentina.
Aún en el muy improbable caso en que amainara la crisis desatada en estos días -pero gestada con pertinaz paciencia por la impericia del gobierno en los últimos años- las consecuencias de lo ya ocurrido van a representar,en el mejor de los casos, un ajuste de cinturones que caerá irremediablemente sobre el nivel de vida de los ciudadanos.
Una inflación que ahora se suplica llegue no más allá del 40%, no puede pasar sin mella para el poder adquisitivo de una población que no pudo rescatar de las discusiones paritarias más de un 25/28% de actualización salarial.
Y estamos hablando exclusivamente de aquellos argentinos que tienen la no muy común suerte de contar con un trabajo formal. Ni que decir de ese 40% de la población económicamente activa que trabaja informalmente…y mucho menos del 15/18% que no tiene empleo en ninguna de sus formas.
Y si por arte de birlibirloque se corriese del centro de la escena esta inentendible crisis de la deuda (¿a quién se le ocurre que la Argentina puede llegar a este punto de aislamiento por U$S 1.300 millones, apenas el 10% de sus exportaciones?), las cosas no estarían mucho mejor.
Ninguno de estos índices negativos encuentra su origen en esas cuestiones; más bien son producto de desaguisados internos que al menos esta administración no parece querer corregir.
Y en el medio de esta tempestad nuestros políticos parecen aislarse de todo y prepararse para el juego que más les gusta: las candidaturas.
En nuestra ciudad y en el país todos ya aparecen «los de siempre» y los nuevos, posicionándose de cara al 2015 como si todo lo antes narrado estuviese pasando en otro país.
Sería bueno que no perdiesen de vista lo ocurrido en 2001 y se preguntasen a sí mismos si una vez más el «que se vayan todos» -que seguramente retumbará en las calles más temprano que tarde- quedará ahora a mitad de camino, como ocurrió entonces, o no dejará de sonar hasta que el pedido se cumpla con exactitud.
Si pudiésemos entonces aconsejar a los representantes de nuestras fuerzas políticas les diríamos que pongan ahora su atención en resolver la emergencia y que sobre todas las cosas muestren ante la gente una genuina preocupación por lo que está pasando.
Que para los juegos del poder…siempre hay tiempo.
Hasta que se acaba.