Más de 10.000 agentes públicos en la Argentina -en todos los niveles del estado- han sido separados de la administración en los últimos días. ¿Cuál fue el criterio utilizado para seleccionarlos?
El Senado, el Centro Cultural Kirchner, Canal 7, las administraciones provinciales, acá cerca Mar Chiquita y un poco más lejos Quilmes. Miles de contratos no renovados y muchos más empleados públicos que se quedaron sin su «conchabo».
¿Está bien?, ¿es parte de un saneamiento necesario o una postura ideológica de una nueva administración para la que la economía se acomoda desde la consolidación de un alto índice de desempleo y de pobreza?. ¿Es tal vez una reaparición del estado ausente?.
Vamos por partes; una cosa es ser un contratado por el estado para realizar una determinada tarea -que debe ser específica y tener tiempo de comienzo y de finalización- y otra muy distinta es ser un ñoqui que cobra sin trabajar o un militante al que se le inventa una tarea innecesaria para que haga proselitismo o controle al resto de los trabajadores dentro de una repartición.
Se supone -y así lo dice la ley- que los empleos públicos deben otorgarse por concurso de antecedentes, salvo en situaciones necesidades de urgencia o para realizar actividades excepcionales y fuera de mercado. ¿Se hicieron estos concursos?; por supuesto que no, al menos en cientos de miles de casos.
¿Cuál es entonces el camino justo?. Parece obvio que el de analizar cada ingreso reciente y cada contratación, ver la necesidad de ocupar esa posición en la estructura estatal y solo luego resolver quienes son necesarios y quienes no.
¿Esto se hizo?. No..todo se resolvió «por kilo» y sin estudio alguno. Casi como para confirmar que se trata de una cuestión ideológica en la que el estado pasa a ser una cuestión cuantitativa y no cualitativa.
[Tweet «Ñoquis: la actual situación del país no da para mantener una estructura parasitaria y corrompida»]
Tal vez el camino posible fuese encargar a los que saben que hagan un estudio detallado de cada ministerio, repartición, municipio y provincia y concluir de una vez por todas en que cantidad y en que lugares es necesaria la presencia de agentes públicos para cumplir con la olvidada obligación de servir al ciudadano.
Es claro que la actual situación del país no da para mantener una estructura parasitaria, generalmente corrompida y armada en función de las luchas de poder que no interesan a ningún ciudadano. Que por lo demás no tiene porque financiarlo.
Bienvenida entonces la limpieza de ñoquis y lo mismo para aquellos que con contratos inventados, onerosos e innecesarios se enquistaron en la estructura pública y pretenden seguir beneficiándose de esa situación. Pero cuidado con «a la calle porque sí o porque te contrataron el año pasado». Es frívolo, peligroso e irracional.