Las primeras horas posteriores al triunfo del domingo fueron de inusual agitación para los integrantes de Cambiemos en Mar del Plata. Pequeñas diferencias crispan los ánimos radicales.
Como era de esperarse la convivencia entre los socios radicales -siempre tan puntillosos de las formas- y un dirigente de características heterodoxas como Carlos Arroyo ya generó algunos pequeños cortocircuitos que por ahora, y al influjo del entusiasmo del resultado comicial- no representaron más que eso: chispazos.
Ocurre que el intendente electo se reunió con la prensa en el día de ayer y en su local de la calle Belgrano y lo hizo, fiel a su estilo, sin demasiado protocolo ni preparación. Pero olvidó un pequeño detalle y fue el de avisarle a sus socios de la UCR que, anoticiados, se hicieron presentes en el local para marcar protagonismo. Aunque algunos de los allegados al dueño de casa decían por lo bajo que en realidad el «olvido» solo había alcanzado a «algunos que creen que se ganó por ellos y se hacen demasiadas ilusiones».
Los seguidores de Alem -el político, no la calle- trinaban esta mañana en los pasillos del municipio y en los café circundantes, considerando un pecado capital que el hombre hubiese querido «cortarse solo», como decía uno de los más enfervorizados, sin tener en cuenta que así ha sido siempre la personalidad de Arroyo. El hombre va…y no es de mirar demasiado hacia los costados.
Cultores de la grandilocuencia si los hay, ya algunos reclamaban una reunión cara a cara para aclarar que de aquí en adelante todo debe hacerse de consuno. Solo la presencia de un experimentado dirigente que siempre supo olfatear por donde podía caminar el poder y que hoy no está dispuesto de perder la oportunidad de volver a los primeros planos que no logra por mérito propio sirvió para calmar los ánimos con un mensaje directo y contundente: «no jodan que los votos son de él» les recordó.
En realidad lo que tiene a los boinas blanca en estado de tensión es la sospecha de que Arroyo se propone armar gabinete con la menor cantidad posible de representantes del centenario partido y eso les hace pensar que la idea es alejarlos del centro de las decisiones. Algo muy distante de los planes que abrigan en lo más recóndito de su corazón.
«En esta primera etapa de la administración tengo que tomar medidas que mantengan un cierto orden político, por lo tanto salvo el caso del contador Cano, que es muy especial, todo va a seguir igual, los concejales están donde están, representando a las fuerzas que representan y no voy a recurrir a ellos en este momento» dijo Arroyo y con eso apagó muchos faroles.
Por ahora, solo chisporroteos. Pero los que conocen a los personajes, sus historias y aspiraciones recuerdan que radicalismo e internismo son sinónimo en la Argentina y especialmente en Mar del Plata. Y que si hay algo que no lo caracteriza a Arroyo es la paciencia para soportar mansamente este tipo de cosas.
Sería bueno que todos lo comprendieran.