El Gobierno nacional entró en una tensión extrema por la cacería de los prófugos del penal de General Alvear, que siguen evadiendo a las fuerzas de seguridad y «ganando» todos los enfrentamientos.
El propio Macri debió volverse antes de lo esperado de su visita a Uruguay para ponerse al frente del comité especial de la búsqueda de Víctor Schilachi y Cristian y Martín Lanatta, luego de que se conociera que los fugitivos se tirotearon con la Gendarmería.
Cuentan los testigos de su llegada a Casa de Gobierno que la furia reflejada en su rostro indicaba que la situación le hizo perder, por primera vez en mucho tiempo, su habitual tranquilidad. «¿Es que tres tipos pueden tomarle el pelo a tres policías, Prefectura y gendarmería?» preguntó a los gritos el mandatario.
En un sector del gobierno ya hubo pases de facturas porque aún no se pudieron aprovechar la información que tenía la AFI (ex Side), la única agencia que aportó datos importantes en la cacería. Uno de ellos fue la identidad de ‘El Faraón’ Marcelo Melnyk, el empresario gastronómico detenido acusado de ayudar a los prófugos.
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Otra fue la ubicación exacta del galpón en el que supuestamente se escondían los prófugos, situado en la localidad santafesina de San Carlos Sur, un dato que la agencia de inteligencia tenía desde anoche.
En el Gobierno temen que la falta de un cuerpo de élite que pudiera doblegar a los fugitivos pese a la precisión de su paradero y los tres tiroteos que volvieron a “ganar” los prófugos contra Gendarmería (incluso habrían intentado derribar una avioneta), conviertan al caso en un papelón internacional.
“No puede ser que tres tipos solos le ganen siempre a todas las fuerzas de seguridad”, indicó una fuente del gobierno.
Mientras intentan acorralar a los fugitivos en el campo santafesino, en el Gobierno temen que la caída dela noche sin concluir la cacería ayude a una nueva fuga, lo que obligaría a las fuerzas de seguridad a hacer una búsqueda casa por casa, con el riesgo civil que ello implica y sin saber a ciencia cierta si los Lanatta y Schilaci aún están en las inmediaciones.
El principal enojo está dirigido a la Ministro de Seguridad Patricia Bullrich ya que en las cercanías del Presidente se sostiene que ha manejado la crisis en forma desprolija y poco profesional. «Se compró todo el pescado podrido que le vendieron» dicen en voz cada vez más alta.